Prepotencia y falsedad ante demanda boliviana

Hasta que por fin Chile nos hace ver sus verdaderas intenciones y posición sobre la reivindicación marítima de Bolivia, causando desilusión e impotencia, inclusive en aquellos que eran partidarios de la política del bilateralismo, a la que se aferran los chilenos. Reveladas las cartas, se ve que los agresores, después de más de un siglo, han estado distrayendo la demanda de Bolivia para salir al mar, ya que ellos nunca la consideraron posible, porque afecta territorios conquistados, jugando con la ingenuidad del país.

Vanas esperanzas de quienes pensaban que la ideología común del momento político sería motivo de arreglo del problema del enclaustramiento. Pero en los hechos no se dio, como sucedió con el abrazo de Charaña entre Augusto Pinochet y Hugo Banzer, ambos de tendencia derechista, ya que la negociación fracasó cuando Chile pidió un canje de territorio boliviano, por una franja de salida al mar por Arica.

La ex presidenta chilena Michelle Bachelet, de izquierda, planteó la agenda de 13 puntos, entre ellos la reivindicación marítima. Pero después de algunos esbozos de negociaciones, cuando se tenía que abordar el tema, ex profesamente Chile suspendió negociaciones, lo que demuestra una maniobra más de su diplomacia para distraer y no tratar el tema del encierro boliviano.

Los entredichos verbales entre Bolivia y Chile nos hacen ver hasta dónde se ha llegado y lo difícil que es lograr un entendimiento. Bolivia pide mar con soberanía y para ello plantea la revisión del Tratado de 1904 incumplido, que pregona Paz y Amistad, que no corresponde en los actuales momentos. Sin embargo no está dicha la última palabra, porque se tiene como última instancia el Tribunal Internacional de La Haya, lo que Chile no desea porque sabe que la conquista de territorios ajenos por las armas no le da derechos. Su cinismo es inaudito, cuando su Canciller manifiesta que no regala territorios, que en el caso actual son ajenos.

Entre los antecedentes de agresión está que el 14 de abril de 1962 Chile ordenó el desvío de las aguas del río Lauca, sin el consentimiento boliviano, lo que originó la reclamación a la OEA, institución que no pudo solucionar el impasse, lo que fue motivo para la suspensión de relaciones diplomáticas, no restablecidas hasta ahora. Otra muestra de expansión y avasallamiento a derechos constituidos es el uso indebido de las aguas del Silala sin pagar ni un centavo, alegando que es un río internacional. A ello Bolivia refuta manifestando que es un manantial que nace en su territorio, conflicto que debe ser solucionado con arbitraje internacional.

Documentación sobre estas dos transgresiones tiene que acompañar la demanda, como antecedentes de aprovechamiento indebido de los recursos naturales que tiene el Estado boliviano.

Lo que queda es planificar una estrategia, considerando pruebas y documentos históricos, bajo la dirección de un asesor jurídico internacional, para la preparación de la demanda, que tiene varias opciones que favorecen a Bolivia, entre ellas: la posibilidad de que Chile no atienda la demanda no impide que la Corte juzgue al estado demandante, ya que el país tiene fundamentos muy claros sobre la reivindicación marítima. La decisión final no implica que dure 3 o 4 años, pues puede tardar hasta 6 meses o un año.

Es indudable que previamente tiene que haber audiencias de exposición y fundamentación de la demanda. Es importante destacar que los fallos de la Corte Internacional de Justicia son definitivos, ya que carecen de apelación. Si no hubiera cumplimiento de Chile, al ser favorable el fallo a Bolivia, se podría recurrir al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

El autor es exdocente de la UMSA.