Ana María Vera en Torotoro

La admiración por la naturaleza nos lleva a lugares recónditos, que son los que esconden sus maravillas y misterios, no siempre accesibles a la curiosidad humana.

En días pasados se registró un hecho nada frecuente. La visita de una bella dama e insigne artista, y de su familia, al Parque Nacional Torotoro -uno de los sitios del país que, cada vez más, está atrayendo a nacionales y extranjeros por su incomparable y enigmática geografía-, que es hasta ahora y será por mucho tiempo, el acontecimiento más importante para esta área protegida.

Se trata de Ana María Vera, la pianista boliviana-estadounidense de merecida fama en el ámbito musical a nivel internacional. Es una personalidad de una sencillez admirable que irradia sereno encanto.

El Hostal Palacio Asteria tuvo el privilegio de hospedarlos, cuyos ambientes y su patio morisco les causó sorpresa y admiración.

Fue breve la visita, pero apreciaron las huellas paleontológicas, transcurriendo un día entero entre el conglomerado pétreo de Itas y la caverna de Humajalanta y en la mañana del retorno el mágico cañón del río Torotoro. Cuando estuvimos en la Catedral Gótica de Itas, así bautizada por la Sociedad Boliviana de Espeleología en su tercer Congreso realizado en Torotoro en 2010, Ana María recibió una impresión tan conmovedora que le inspiró pedirnos guardar un silencio de meditación espiritual que lo cumplimos con arrobamiento; y, a la vez, nos ha inspirado transmitirlo a la oficina de Turismo y Guías del parque, a fin de que se perpetúe como una tradición la costumbre iniciada de guardar silencio en esa cavidad de perfiles góticos. No puede ser más grandioso el legado que nos deja Ana María de su visita al precioso parque.

En su despedida la distinguida huésped escribió: “No puedo creer que hemos visto tantas maravillas en tan poco tiempo. Gracias por descubrirlas y por acogernos como reyes en el Hostal Palacio Asteria”.

Como la distinguida artista tiene el propósito de llevar la música clásica y ejecutarla en lugares insólitos, ha observado posibles sitios donde realizar un concierto que ojalá pueda plasmarse en realidad. Sin embargo de que hay tan poca predisposición de colaborar con el arte, tanto en la esfera pública como privada, es de esperar que pueda realizarse más adelante el sueño de hacer conocer a poblaciones lejanas que existen otras expresiones musicales que elevan el espíritu, conmueven el alma y deleitan los sentidos con armonías que acaso son desconocidas en esos confines alejados.

Notables personalidades valoran nuestras áreas protegidas y se maravillan por sus recursos, pero son sitios que están desprotegidos y no reciben el apoyo suficiente de las autoridades, a esto que debe enseñar la defensa de la naturaleza, ser fuente de investigación y diseñar adecuadamente el turismo.

El empeño de la Asociación Conservacionista de Torotoro, de invitar a esta área protegida a una personalidad esclarecida, ha alcanzado contornos de ensueño: llevar una gema del arte a un paraíso enigmático, es la mejor propaganda para la defensa de nuestra riqueza natural.

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