Las conductas contrarias a las relaciones amistosas generalmente nunca dan buenos resultados o, si aparentan ser tales, resultan simples transacciones provisionales que luego, por su fragilidad, se romperán fácilmente y resultarán contrarias a los objetivos buscados. En política, no debe haber nada mejor que conversar con altura, poniendo las cartas sobre la mesa del diálogo con gran contenido de honestidad y limpieza, porque no valen las poses que sólo buscan el momento y la satisfacción de orgullos heridos.
Las conversaciones habidas entre el Gobierno y diversos grupos sociales que han tenido protagonismo en las pasadas semanas, han adolecido de mucha altanería, soberbia y petulancia; el Gobierno sostuvo siempre las razones que cree tener, pero no las ha mostrado con la sinceridad necesaria y ha recurrido a extremos como la “suspensión” de un decreto a sabiendas de que ello es imposible porque el término conlleva, por lógica, la condición de que lo suspendido será repuesto en cualquier momento porque está en vigencia la disposición original. Esto es lo que implica la vigencia del decreto 1126 y su momentánea suspensión que, además, no es legal ni lógica por el lado que se vea.
El Gobierno en sus tratos sobre temas con cualquier sector social, debe entender que lo hace como representante del Estado y su posición tiene que ser clara y firme; en otras palabras, no puede jugar al “por si acaso”, puesto que en lo que haga está comprometida la fe del Estado al que representa. Lo peor que puede hacer es jugar con la confianza y la credibilidad de las partes a las que se dirige o con las que trata asuntos de vital importancia y seriedad, como han sido los conflictos que han preocupado y angustiado a todo el país en las últimas semanas.
Recurrir a subterfugios es utilizar, mañosamente si se quiere, argumentos al azar por la creencia de que las partes contrarias no saben razonar y menos están dispuestas plenamente a aceptar cualquier situación tan sólo porque proviene de las autoridades que, se supone, al ser legítimas, deben actuar con la mayor sindéresis, seriedad y responsabilidad. Se debe partir del principio de que en cada institución u organización que trata con las autoridades hay cerebros pensantes y responsables que analizan, sopesan y miden las consecuencias de sus actos, que nada está supeditado a la casualidad y que lo que buscan son acuerdos que sean serios; en otras palabras, no es posible aceptar buenos resultados de cualquier acuerdo si provienen de posiciones inamistosas como ha ocurrido en los pasados conflictos.
Es preciso, pues, que las autoridades actúen con la mayor seriedad y sentido de responsabilidad cuando traten asuntos de conveniencia general con organizaciones sociales, empresariales o de cualquier índole; de otro modo, corren el riesgo de no ser creíbles y menos aceptables en sus posiciones que, se supone, deben ser muy honestas porque son fruto de posiciones debidamente sopesadas, en las que está comprometida la seriedad del régimen. Vivir situaciones de concordia sobre la base de posiciones inamistosas es caminar sobre terrenos deleznables; es, además, mostrar conductas ajenas a lo que debe ser el actuar de autoridades que se cree son serias y responsables.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán Consejo de Administración:
Miguel Lazo de la Vega |
Ernesto Murillo Estrada |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |