Punto aparte
Con el hermoso y expresivo título “Sí, el mar”, Jorge Siles Salinas, el maestro de maestros de la intelectualidad nacional, ha escrito el libro en el que describe los altibajos de la gestión marítima que le cupo desarrollar en 1986-87. El entonces presidente Víctor Paz Estenssoro le encomendó la siempre incierta y desafiante misión de ejercer las funciones de Cónsul General en Chile, con rango de Embajador.
La obra, de 224 páginas, editada por Plural, es un eximio registro de cuanto experimentó Siles en aquel período, que empezó con muy buenos augurios, mejor de los que esperaba, pero que infaustamente terminó en otro traspié.
Siles es abogado y distinguido intelectual, escritor y académico; se educó y formó en Chile, a causa del exilio de su padre, el ex presidente Hernando Siles Reyes. Fue profesor en dos prestigiosas universidades, entre 1957 y 1994. En una de ellas conoció a la que después fue su esposa, la historiadora María Eugenia del Valle (+), autora del mejor libro escrito sobre el cerco a La Paz de Túpac Catari (1871). Con ello, se dio la casualidad de que el canciller de Chile, Jaime del Valle, fuera hermano de su esposa.
Estos antecedentes se tradujeron en la acogida cálida que recibió Siles en los círculos académicos, intelectuales, periodísticos, sociales y familiares de Santiago. En cuanto a la relación personal con el canciller, deja en claro que desde el inicio de sus labores tuvo presente la idea de que una cosa era el parentesco con del Valle y otra, muy distinta, la estricta función diplomática que ejercía.
Al avanzar las conversaciones entre los dos países con buenas perspectivas y luego de que Siles tuvo una única reunión con el presidente Augusto Pinochet, del Valle le planteó una reunión con el canciller boliviano, Guillermo Bedregal, para recibir la propuesta sobre la salida al mar.
El encuentro Bedregal-del Valle se produjo en Montevideo, los días 21 y 22 de abril de 1987. La propuesta presentada a Chile guardaba ciertas similitudes con la formulada por Bolivia en 1975, como efecto de la negociación que se inició en Charaña. Pero, a la vez, tenía otros contenidos nuevos.
La reunión terminó sin mayores expectativas. Generó más bien inmediatas reacciones contrarias en la prensa y otros círculos, e incluso de poblaciones involucradas en el caso. A los pocos días, Siles fue convocado a la Cancillería chilena y su Subsecretario le entregó el documento con la respuesta oficial al planteamiento boliviano.
El punto crucial de la misma expresa: “…que no resulta admisible para Chile el fondo de la aludida propuesta boliviana en sus dos alternativas, eso es la concesión de territorio chileno soberano, sea a través de un corredor al norte de Arica o un enclave a lo largo de su litoral”.
Dos comentarios explicita Siles a la luz del infortunado desenlace de su gestión. En la primera, considera que fue extensa la formulación de los planteamientos bolivianos. Enseguida, estima que el Memorándum debió ser redactado en términos tales que pudiesen ser negociados, que no corrieran el riesgo de ser cuestionados en primera instancia. O sea que no debió ser planteado de modo categórico, cerrado a posibles objeciones.
Como fruto de su experiencia, Siles plantea: “De mi parte, modestamente, me atrevo a manifestar que Bolivia debe cambiar de actitud en lo que atañe a las compensaciones, aceptándolas como un sacrificio necesario”. Acerca de Chile, manifiesta: “… cabe esperar, del mejor fondo ético y racional de ese país, un cambio de actitud sustancial, en vista de la realidad imperativa de la integración regional latinoamericana”.
A propósito, el autor propugna que el proceso de la integración es una necesidad tan vital de la sociedad latinoamericana que no habrá obstáculo válido que pueda contenerlo. El porvenir no presenta otra salida a nuestras naciones.
De ser así, podría acotarse que Bolivia y Chile dejarían de estar entrampados en una contienda sin fin, optando más bien por la complementación económica y acabando en la integración física. Los bolivianos dispondrían de costa marítima sin límites. Y Chile facilitaría su acceso al Atlántico.
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