De la conquista española
26 de junio de 1541
Cuando Cristóbal Colón descubrió América, en octubre de 1492, todas las energías y ambiciones de los españoles sin objetivos concretos en la península, se concentraron en las nuevas tierras, a decir de los navegantes, poseedoras de ingentes riquezas, era el camino de la fama y la riqueza fácil.
Uno de aquellos hombres oscuros, pobres pero lleno de ambiciones era Francisco Pizarro, nacido en Trujillo (Extremadura), España, en junio de 1478. Durante su juventud se había enrolado en los tercios españoles como soldado para luchar contra los franceses. Desde el momento en que se anunció el descubrimiento de América y su colonización, se sintió intensamente atraído por la aventura y las amplias posibilidades de hacerse famoso y rico.
Así fue como en mayo de 1502 Pizarro zarpó hacia el Nuevo Mundo, en la flota de fray Nicolás de Ovando, el nuevo gobernador de la Española. Participó en una serie de campañas, en la expedición de Alonso de Ojeda que exploró América Central y Colombia (1510) y luego en la de Vasco Núñez de Balboa que culminó en el descubrimiento del Mar del Sur (océano Pacífico) en 1513.
De 1519 a 1523, fue encomendero y alcalde de Panamá. Por entonces se asocia con Diego de Almagro y con el cura Hernando de Luque, El capital para la empresa conquistadora sería financiado por el comerciante Gaspar de Espinoza. Los tres hombres que estaban llamados por el destino se dedicaron con empeño en la organización de una expedición hacia el sur del continente, que según se decía, existía un imperio espléndido e inmensamente rico.
Entre 1524 y 1526, Pizarro había emprendido dos infructuosos viajes hacia el sur bordeando las costas hasta llegar a la isla del Gallo. En 1528 Pizarro retorna a España y logra el apoyo del rey Carlos I (Capitulaciones de Toledo, 1529), sería el gobernador adelantado y alguacil mayor de Nueva Castilla –nombre dado al nuevo reino– Almagro sería gobernador de Tumbes y Hernando de Luque obispo de Tumbes.
Con estas facultades y privilegios Pizarro emprendió con más entusiasmo la conquista del Tawantinsuyo. En enero de 1530 Pizarro con 185 hombres levantó anclas para dirigirse a las “tierras de Levante”. El 15 de noviembre de 1532, llega a Cajamarca, después de fundar San Miguel de Tangarará. Por entonces el Perú vivía una feroz guerra civil por la sucesión del trono entre los hermanos Atahualpa y Huáscar, por tanto el Imperio Inca se hallaba dividido y desguarnecido.
En audaz acción Pizarro y 12 hombres logran capturar a Atahualpa, que había llegado a Cajamarca para parlamentar con los españoles. El prisionero ofrece un fabuloso tesoro a cambio de su libertad. De todas partes del Imperio llegan a esta ciudad cargamentos de oro y plata. Todo el tesoro es fundido y repartido por Pizarro entre sus hombres, después de separar lo que le corresponde al rey, a la Iglesia y a sí mismo. Al final el extremeño se convierte en el hombre más poderoso y rico de esta parte de América, se cuenta que el jefe español se quedó con 83 kilos de oro macizo y puro.
El 29 de agosto de 1533 Atahualpa es ejecutado en el “garrote vil” por órdenes de Pizarro, bajo cargos de asesinato de su hermano Huáscar, de apoderarse con ilegalidad de tierras y fomentar insurrecciones. Poco después, el 15 de agosto de 1533, Pizarro hace su entrada triunfal en el Cusco, la capital del Imperio Inca. La conquista constituye una confirmación de la riqueza y organización que tuvo hasta entonces el gran Tawantinsuyo y se establecen los primeros asentamientos españoles en esta parte de América.
Continuando con la conquista de estas tierras Diego de Almagro partió a Chile y Francisco Pizarro se trasladó a la costa para fundar la ciudad de los reyes (Lima) que sería la capital.
DISCORDIA ENTRE LOS CONQUISTADORES
La rivalidad había surgido por razones de jurisdicción, pues tanto los Pizarro como Almagro se disputaban el Cusco como parte de sus respectivos dominios. El pleito desenlaza en una cruenta guerra civil entre ambos contendientes. Almagro después de la batalla de las Salinas, 26 de abril de 1538, es tomado prisionero y ejecutado por Hernando, hermano de Pizarro. Aquel asesinato se le achacó al Adelantado y los almagristas cegados por el odio traman la muerte de Pizarro.
El 26 de junio de 1541, un grupo de almagristas entre ellos de Juan de Rada, gritando ¡Muera el tirano! invaden la residencia de Pizarro en Lima, quien se defiende como puede, una estocada en la garganta hace que caiga herido de muerte, Barragán lo remata tirándole un jarrón en la cabeza. A partir de su muerte, la corona de España tomaría en sus propias manos el gobierno del Perú.
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