La noticia de perfil
Mi vida actual llena de valentía y sobresaltos se retrata en el hecho verídico de dormir sobre cachorros de dinamita guardados bajo mi cama y sin embargo soñar con los angelitos que encienden y apagan mi último cigarrillo de la noche.
Tal vez ese temple imperturbable sea el motivo principal que convenció a una valerosa chola cochabambina a arrimarse a mi vida periodística y sentimental y colaborarme económicamente, aunque de manera ocasional en mis últimos días de periodista y de profesor de tangos.
La gente angustiada de mi pueblo, sobre todo las mujeres y los niños corren despavoridos ante el estallido de unos cartuchitos de dinamita, mientras Macacha y yo sonreímos y eludimos al explosivo, mientras respondemos a los manifestantes: “¡no le tenemos miedo a ningún cartucho!”, refiriéndonos -claro está- a los cartuchos de dinamita.
Hace unos días comenzó un motín de los policías exigiendo iguales salarios que los militares. Recuerdo que mi pariente espiritual se puso al lado de las mujeres de los policías que encabezaron el motín, porque entre ellas habían mujeres a quienes Macacha les había prestado dinero, para luego decirme: “todos los reclamos que hacen las mujeres se solucionan con plata”, a lo que agregué filosóficamente: “también las huelgas y paros dirigidos por los hombres se solucionan con plata”, nombrándole a algunos dirigentes sindicales que conocí a lo largo de mis sesenta años de periodismo.
Y mientras esperamos pacientemente la solución del motín policial, el presidente Evo y sus ministros se alarmaron y creyeron que un golpe de Estado se hallaba en marcha y comenzaron a encontrar similitudes y parecidos entre el presidente paraguayo monseñor Lugo y nuestro amado Evo que ni siquiera va a la Santa Misa.
Cuando contemplábamos algunos hechos del motín policial, la inteligente cochabambina me dijo sonriente: “esto no es un motín y más bien parece “caldo de mote” (chicha), pero su sonrisa se esfumó en un instante, cuando escuchamos por la radio que se había producido un terremoto en Cochabamba, aunque de poca intensidad, cuyo epicentro fue en Quillacollo o en las proximidades de Tiraque.
Mi pariente espiritual me abrazó llorando y me dijo: “usted tiene la culpa de ese movimiento sísmico porque todo el tiempo me estuvo hablando de desastres naturales, como el motín de los policías, los dinamitazos en el Palacio Legislativo, la verdadera situación económica del país que no permite un incremento salarial a los policías, del gabinete presidencial que anunció un golpe de Estado contra nuestro amado Evo, y ahora se produce un terremoto por Quillacollo y Tiraque. ¡Usted tiene la culpa de tanto desastre natural!”. Ante este desborde de ilógica femenina, bajé la cabeza y callé.
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