Desde El FARO
Más temprano que tarde seremos parte de la movilización nacional que permita la realización del Censo Nacional de Población y Vivienda 2012 (CNPV), previsto para el próximo 21 de noviembre. Su importancia para los procesos de planificación, desarrollo, orientación de políticas públicas y redistribución de recursos fiscales y espacios de representación política en el país está fuera de duda. Sin embargo, son varias las dudas que se adelantan respecto a la confiabilidad de los resultados en tanto nuevamente se negó la posibilidad de atender la demanda de incluir la opción de “mestizo” en la polémica pregunta 37 de la boleta oficial todavía provisional.
Ya el año 2001 esta negación dio origen al sui generis término de “mesticidio”, en alusión a la liquidación de una opción que hubiese dado una salida alternativa a quienes no se identificaban con las opciones de quechua, aimara, guaraní, chiquitano o mojeño de la boleta censal de entonces. Recuerdo que varias autoridades del entonces gobierno “neoliberal”, así como importantes sectores de la población, prefirieron aparecer como pertenecientes a un pueblo indígena, rechazando la opción residual de “ninguno”. Queda claro que lo hicieron sin mayor convicción y sin siquiera imaginar las consecuencias políticas y la instrumentalización ideológica de esta inflación porcentual de población indígena en el registro oficial de nuestra población tan diversa.
A diferencia del 2001, la boleta actual en su pregunta relativa a la “autopertenencia”, incluye dos palabritas clave que le dan consistencia conceptual y técnica al reclamo frente al ninguneo oficial de lo mestizo. En la actual boleta la pregunta es: ¿Se considera perteneciente a algún pueblo, nación indígena originario o afroboliviano? La respuesta incluye 36 pueblos o naciones concordantes con el abanico de idiomas reconocidos por el texto constitucional, más dos alternativas: “otro nativo” o “no pertenecer a ninguno”.
Resalto aquí las palabras nación y boliviano, independientemente del sufijo “afro”, para sugerir la posibilidad de incorporar en la boleta la alternativa de simple y llanamente boliviano(a). Esta propuesta es coherente con el artículo tercero de la Constitución, el mismo que se refiere a la nación boliviana como abarcadora de “la totalidad de las bolivianas y los bolivianos y del conjunto de naciones y pueblos indígenas originarios campesinos”. Si es así no debiera ser extraño considerar como válida la referencia de lo quechuaboliviano, aimaraboliviano, etc., etc. Lo boliviano sería cobijo de lo plurinacional.
El término de “nación boliviana” supera la limitación conceptual de lo “mestizo”, que según algunas corrientes de opinión “racializa” una pertenencia de orden étnico cultural. Lamentablemente, todo indica que será difícil lograr la inclusión de lo “boliviano” en la boleta censal. Ante esta reiterada negación o ninguneo de lo “mestizo” y la renuencia de fortalecer la idea de nación boliviana, es que me atrevo a sugerir que emprendamos una cruzada para que el día del censo optemos masiva y comprometidamente por las opciones “otro nativo” o “no pertenezco a ninguno”.
Tengo la seguridad de que la mayoritaria respuesta de “otros y/o ningunos” obligará a sincerarnos con una realidad que deliberadamente se ha negado y distorsionado a partir de un discurso etnonacionalista que acentúa las diferencias. Discurso cuya naturaleza forzada comienza a develar su inconsistencia empírica y conceptual y, lo que es peor, la impostura política que lo alimenta.
La autora de esta nota es psicóloga y politóloga, fue ex parlamentaria.
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