Pirlo conductor de Italia
Italia, un equipo desorientado por los escándalos de las apuestas antes de la Eurocopa, alcanzó la final tras derrotar por enésima vez a Alemania, que nunca pudo parar el vendaval creativo de Andrea Pirlo, la imaginación de Antonio Cassano y la pegada de Mario Balotelli.
Un par de selecciones acostumbradas a encumbrar al fútbol con sus encuentros históricos se dieron cita en un choque en el que Alemania, como siempre, partía como favorita. El pasado, repleto de derrotas ante el combinado transalpino, parecía no importar. De nuevo, la “Mannschaft”, convencida de juntar en un mismo equipo a tres generaciones diferentes de jóvenes de talentos, saltaba al césped con el pecho hinchado de orgullo.
Tras aguantar el tirón inicial de los hombres de Joaquim Löw, con una buena ocasión del joven central Mats Hummels y otra de Barzagli, que casi se marca un gol en propia meta, el jugador del Juventus decidió hacerse con el balón y ponerse a jugar. Él solo pudo con Sami Khedira, un auténtico “panzer” que arrasaba con todo en el inicio del encuentro.
Pirlo tomó la batuta y su equipo comenzó a funcionar. De su juego se aprovechó el imaginativo Antonio Cassano y el impredecible Balotelli. Entre los tres consiguieron el primer gol con un cabezazo inapelable del ariete del City, que repitió casi al final del primer acto. En esta ocasión, fue Montolivo el que dio una asistencia sensacional para que Neuer sólo pudiera contemplar el remate de Balotelli.
En la segunda parte Alemania atacó, aunque Italia perdió el balón, supo defenderse por naturaleza. Lo hizo a la perfección, hasta el final, sin sobresaltos, e incluso pudo aumentar el marcador al contragolpe, pero Marchisio y Di Natale no pusieron la puntada definitiva. Con los germanos sobrados de empuje, pero faltos de ideas, el partido fue muriendo poco a poco y sólo el gol postrero de Özil creó incertidumbre.
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