Con preocupación el primer mandatario en el mes pasado volvió a plantear la eliminación de la subvención a los hidrocarburos. Importar diesel y gasolina le cuesta al erario público muchos millones de dólares, aparte del subsidio a la harina y otros productos de primera necesidad. Indudablemente dicha subvención es un cáncer que padece Bolivia y debió ser extirpado en el 2007, cuando el Gobierno estaba en el apogeo de poder.
Evo Morales en diciembre de 2010 dijo que “la situación de las subvenciones a los carburantes es insostenible”. Bolivia importa frutas y comestibles en grandes cantidades de países vecinos por la falta de planificación para el desarrollo y al no contar con mayor producción agrícola.
La principal motivación para el nefasto “gasolinazo” navideño de 2009, que encareció la vida y dio paso a la inflación, fue el déficit fiscal que se había originado como consecuencia de los bonos sociales, la entrega dispendiosa de recursos a empresas estratégicas públicas, prebendas y emolumentos a militares, policías, regalo de canchas de fútbol con pasto sintético, computadoras, etc.
Restringir el uso del dólar y forzar el uso del boliviano fomentará el mercado ilegal de divisas, medida que junto a la emisión del Bono Tesoro Directo para captar ahorristas son malas señales y parecen mostrar que nuestra economía “blindada” está siendo perforada, aunque se hace alarde de tener Reservas Internacionales Netas (RIN) por $us 12.761 millones, pero la deuda externa es de $us 2,234 millones, la deuda interna es de $us 7.053,6 millones y la deuda pública es de $us 9.287,6 millones. Bolivia en 2011 gastó $us 1.832 millones de estas reservas.
En el discurso del 6 de agosto de 2011 en la Casa de la Libertad en Sucre, el Presidente reconoció la existencia de cinco debilidades en su gobierno: narcotráfico, contrabando, corrupción, dificultades en la gestión pública y la inseguridad ciudadana. En el “Encuentro Plurinacional” del MAS en Cochabamba se volvió a recalcar lo insostenible de la subvención, pero no se plantea soluciones.
El Gobierno goza de todos los instrumentos y mecanismos necesarios para hacer frente a estos males que aquejan al país. Tiene a disposición un frondoso aparato burocrático, a 23 ministros y ministras, más de un centenar de viceministros, viceministras, gerentes, directores, administradores y otros funcionarios burócratas, más cantidad que calidad. Está a su disposición la Asamblea Legislativa, maneja la justicia. El gabinete de Morales se ha mostrado inestable; 13 ministros fueron cambiados en su segundo período. Han sido reemplazados 77 ministros en seis y medio años.
Será necesario dejar establecido que un Gobierno debe estar integrado por profesionales competentes, no improvisados ni mediocres designados a dedo.
La presencia en el Gobierno de los llamados “advenedizos” nada positivo estaría aportando al “proceso de cambio”, dicen los masistas, mientras que los disidentes contestan que el Presidente y el MAS han logrado captar en su contra a obreros, mineros, campesinos, indígenas, clase media, que le dan la espalda al primer mandatario y su partido político, que se habían empeñado en una coyuntura política partidaria desde 2006 y no a elaborar políticas de Estado.
La economía y el problema social no fueron de prioridad, no se ha previsto la transformación productiva, por lo que ahí está la inmensa desocupación, la racionada y pobre alimentación del pueblo. La seguridad alimenticia con soberanía no existe. El aparato productivo y la industrialización no tienen alicientes. Los precios de minerales en el mercado internacional caen. Comibol reporta pérdidas. El Gobierno adeuda más de 1.000 millones a la minería. El Presidente en marzo dijo que “dará impulso a la economía”, pero no lo ha hecho hasta la fecha.
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