Mendoza, (EFE).- La mandataria brasileña, Dilma Rousseff, asumió ayer su primera presidencia rotativa en un Mercosur que intenta esquivar las balas de la crisis global, gana cuerpo con la incorporación de Venezuela y busca superar la crisis política de Paraguay, suspendido temporalmente del bloque.
Rousseff, que recibió el martillo que simboliza la titularidad del Mercosur de manos de su colega argentina, Cristina Fernández, dijo que uno de los “retos” de su gestión será la de conducir a la unión, también integrada por Uruguay, por las aguas turbulentas de la crisis internacional.
Precisamente, en la cumbre realizada ayer en la ciudad argentina de Mendoza, el bloque argumentó que su decisión de incorporar a Venezuela actuará como un “factor de estabilidad económica y social” frente al complejo escenario mundial”.
Con la incorporación de Venezuela, el Mercosur contará con el quinto exportador mundial de crudo, enormes reservas de hidrocarburos y un nuevo mercado de 29 millones de consumidores.