Fortalecido por el enérgico y masivo respaldo de todos los países de la región, 48 horas después de haber aceptado sin resistencia su destitución el expresidente paraguayo Fernando Lugo cambió de estrategia y pasó a la ofensiva.
Con la intención de alentar a sus seguidores, que hasta ahora no lograron hacer notar su descontento en las calles, Lugo convocó el pasado lunes a todos sus exministros a participar de un “gabinete de restauración democrática” y dijo que se sumará a las “marchas pacíficas” de protesta, publicó La Nación.
El gobierno de Federico Franco “es trucho y la ciudadanía no lo acepta”, disparó el exobispo, que elevó el tono de sus denuncias y dijo que fue víctima de un “golpe parlamentario”.
El giro de Lugo coincidió con un fuerte aumento de la presión internacional sobre el gobierno de Franco, que por ahora sólo fue reconocido por España, Alemania, Canadá y el Vaticano.
Los países de la región se pusieron de acuerdo para asfixiar al gobierno que asumió después de la destitución de Lugo, tras un juicio político sumarísimo que terminó en apenas cinco horas.