Punto aparte
El TIPNIS es un territorio donde la naturaleza es pródiga en brindar sus maravillosos dones, en fauna y flora. De ahí que hace décadas se decidió declararlo área protegida.
La insistencia por construir la carretera por el TIPNIS obedece a un plan estratégico, reducir o eliminar el poder de Santa Cruz y crear otro enclave oficialista en el Beni, como se hizo ya con Pando.
Pero lo más trascendente es que el TIPNIS tiene sus protectores, pues es el hábitat de poblaciones que desde tiempos inmemoriales viven en él. El mérito que tienen es que saben emplearlo con la sabiduría que heredaron de sus ancestros.
¿Por qué, entonces, pretender invadir su suelo y hacerles cambiar de vida. Convertirlos en migrantes que deambulen por el resto del país, acosados por la pobreza, al arrebatarles el derecho de vivir donde nacieron y, a su modo, satisfacer sus necesidades?
Estas y otras razones hacen que se realicen caminatas de dos meses para llegar a La Paz, sólo para demandar que se respeten sus derechos, se les preste los servicios públicos a los no acceden aún y se los deje vivir en paz.
Las carreteras son pertinentes cuando se las construye con criterio técnico y sin planes subalternos. En el caso de atravesar el TIPNIS, empero, significará su muerte. La contaminación ambiental será la primera en desbaratar su rica biodiversidad. Y luego el desamparo en que quedarán mil de seres que serán despojados de su hábitat.
Muchos sostienen que el afán es habilitar nuevas tierras para el cultivo de coca, materia prima de la cocaína. Al parecer, no dejan de tener cierta lógica, pues existen ya asentamientos que ansían crecer para seguir alimentando de coca ilegal al narcotráfico, que les permite enriquecerse sin siquiera pagar impuestos.
Todo honor a los valerosos TIPNIS que han llegado a La Paz, no sólo enfrentando los rigores de la naturaleza, al ascender desde las tierras bajas hasta las alturas de la cordillera de Los Andes. A su paso, hubo poblaciones que aleccionadas por el poder político les impidieron descanso y les negaron comida.
En La Paz no se puso freno a los gastos oficiales para dividir a los TIPNIS, hacer aparecer a corregidores -antes no sonaban ni tronaban-, con el señuelo de los regalos y las ofertas de recibir otras retribuciones. A ello se sumó la descalificación que quiere desacreditar y dañar a sus dirigentes
Nada de ello, sin embargo, fue suficiente para mermar el espíritu de lucha de los TIPNIS que llegaron hasta La Paz, donde fueron recibidos por el oficialismo con intentos confrontacionales y gases lacrimógenos, cuando quisieron ingresar a la plaza Murillo. En tanto, la paceñidad les dio cálida bienvenida y se movilizó para protegerlos, cuando advirtió la pretensión de agredirlos, por gente que movilizó el oficialismo.
Una vez más, el régimen mostró que no tiene reparos en atropellar a marchas pacíficas de indígenas que vienen caminando a La Paz, muchos a pies descalzos. El año pasado, reprimió cruelmente a otra similar. Buena parte de los que llegaron el miércoles 27 vinieron junto con sus esposas e hijos. En el contingente hay unos 160 niños. Una bebé de seis meses murió por falta de respiración.
Los TIPNIS, anoticiados de que marchistas oficialistas procuraban agredirlos, optaron por desviar su recorrido, para evitar ser víctimas de la violencia. En tanto, la contramarcha oficialista hacía explotar, a su paso por las calles paceñas, cachorros de dinamita y chicoteaba a transeúntes callejeros que les censuraban su accionar.
El Gobierno, presionado por la opinión pública, resignó el contrato con la empresa OAS, de Brasil, después de haber trabajado ya 129 Km., en los tramos uno y tres (informe de ABC). A su vez, el banco brasileño que otorgó el crédito para financiar la obra optó por cancelarlo. ¿Para qué, entonces, la post consulta?
Otro hecho insólito fue la ambigüedad del fallo del Tribunal Constitucional, ante la demanda para que declare la ilegalidad de la Ley 222, que viabiliza la invasión al TIPNIS. Demostró así que carece de independencia, como denunció uno de sus vocales.
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