“El MAS no tiene ni idea de lo que es un golpe de Estado”, decía el exsenador e ideólogo del Instrumento Político, Filemón Escobar y al parecer estas palabras son el reflejo del sentimiento ciudadano que después de seis días de motín policial de la anterior semana, ahora recupera, si es que perdió, la normalidad en su rutinario vivir.
Los golpes de Estado siempre estuvieron presentes en la historia del país y tiñeron con sangre las páginas de la democracia hasta 1982 cuando el último régimen totalitario dio paso a la era ininterrumpida del Estado de derecho vigente hasta hoy.
Para la politóloga Jimena Costa, el discurso de “golpe de Estado” es manejado no sólo por este gobierno sino por los países del grupo del ALBA al estilo y estrategia de la Cube de Fidel Castro.
“De ninguna manera en estos seis a siete años de mandato del gobierno, hubo algún intento de golpe. Es una estrategia cubana que busca cohesión en torno al gobierno visto como víctima y en las tres alarmas nunca se dieron pruebas e incluso existen denuncias de magnicidios, que tampoco fueron y que solo son manipulación mediática”, dijo.
La analista también observó una contradicción pues si las denuncias del régimen son ciertas, existe una falta de crédito para las autoridades, porque luego de decir que los policías son golpistas, se negocia y firma acuerdos con ellos. “Hasta 2008 alguna gente creía en estas denuncias del Gobierno, pero ahora nadie y eso muestra un desgaste del discurso gubernamental que debería llamarles a una profunda reflexión”.
El vicepresidente Alvaro García Linera, insiste en su teoría de la conspiración y en cada foro público repite los siete elementos que identificó y sistematizó para decir que hubo afanes golpistas.
Llamó sindicato armado a la Policía de la cual cuestionó su deliberación, porque rompen la democracia y un estado entre iguales. Recordó la “toma” de instituciones de 2008 y comparó esa coyuntura con el ingreso que hicieron los policías amotinados a su comando. Citó la paralización obligada del aparato estatal, con los días en los que tanto el Palacio de Gobierno como la Cancillería y la Asamblea Legislativa tuvieron que trabajar a media máquina en Plaza Murillo.
Los indicios de aprestos golpistas también incluyen un atentado dinamitero a la puerta trasera de la Asamblea Legislativa, que sólo provocó la ruptura de un vidrio. El segundo mandatario también dijo que hubo una paralización del sistema financiero y bancario que atendieron a media jornada y con las puertas entreabiertas en muchos casos. Ataques a medios de comunicación, como radio Bolivia de Oruro, también forman parte de los indicios del supuesto golpe de Estado, aunque olvidó mencionar las dos radios mineras de Colquiri que sufrieron daños por los conflictos suscitados en el sector.
Las comunicaciones interceptadas y grabadas de las radiofrecuencias que utiliza la Policía, son el factor más evidente con el que el Gobierno asegura confirman la versión de complot e intentos de asesinatos a autoridades de Estado.
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