I
La cuestión de la identidad es un problema que se plantea en el grupo o en el individuo cuando toda reproducción o producción cultural parece haber desaparecido; es ahí donde surge la búsqueda de la identidad. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Cuál mi pertenencia? La identidad es una cuestión del estatus de la individualidad y su pertenencia a la comunidad y al territorio.
Entonces la identidad es la capacidad de afirmación en el entrecruzamiento entre la cultura, la historia, la técnica y los saberes. No solamente está en cuestión el estatus del grupo sino la situación del individuo. Cierto, una cosa es nacer en un pueblo y otra nacer en un hospital o en el piso octavo. Una cosa es hablar una lengua desde nacimiento y otra aprenderla e identificarse con un grupo lingüístico. Lo más importante para responder a las preguntas anteriores es la construcción y la producción común en el transcurso de la historia. ¿Por qué surge la necesidad de identificarse? El identificarse puede ser: primero, asumir la asimilación o acomodarse por necesidad política o de moda. Segundo, es una definición de estrategias en el juego del mimetismo para la expansión.
La identidad en sociedades que son productos del proceso colonial está escamoteada y envuelta por una serie de discursos e imaginarios; son comportamientos de rechazo o de mimetismo; la relación está entre los que detentan el discurso de la verdad y los colonizados, para éstos su verdad es una no-verdad. Está también en juego la relación entre el nosotros y los otros. En sociedades como la nuestra es a partir de esa relación que se interpreta, se evalúa, se cataloga y se caracteriza el “otro”; el mejor ejemplo es: lo “indígena”, “originario”, “campesino”, las “36 nacionalidades” y las que están por aparecer en el nuevo censo.
El problema para el debate es entender la cuestión de la identidad en Bolivia; por un lado existe un discurso que por necesidad política minimiza la identidad nacional y escamotea con lo plurinacional, dejando lo colectivo y lo individual en una situación fragmentaria o indiferenciada. ¿Cuál es la identidad de Bolivia con el discurso de las 36 nacionalidades?, ¿múltiple?, ¿mestiza?, ¿indígena?, ¿originario?, ¿o simplemente kolla?
Es a partir de los años 90 que se discute el problema de las identidades nacionales en Bolivia. Hasta ese momento reinó el “pensamiento” de la clasificación, es decir concebir la sociedad dividida sólo en clases. ¿Cómo empezó la discusión? Se retomó los viejos estereotipos: indio, criollo, campesino.
Para modernizar un poco el discurso y ser menos racistas, los que se veían como blancos, para ocultar su racismo junto a algunos pensadores de “vanguardia” retomaron la vieja manía de “clasificar”. Primero abandonaron lo “blanco” y lo “criollo” para auto-identificarse como “mestizos”, a partir de esa posición la mirada “señorial” y con lenguaje feudal, a los llamados indios por haber cambiado de residencia o de vestimenta se los clasificó como: “chola”, “cholaje”, “burguesía chola”, “birlocha”, para culminar con “indígena”; términos que circulan con toda naturalidad en medios intelectuales de café e incluso en los centros académicos sin cuestionamiento alguno.
Actualmente los “blancos-criollo-mestizo” en su versión indigenista y salvadores de los “indios” con la misma mentalidad feudal presentan a Bolivia como un campo de concentración con indígenas clasificados en 36 nacionalidades. El colonizador reconoce a “sus otros” como indígenas, es decir como sus vasallos, esta vez con el nombre de “hermano indígena”, éste para ser reconocido debe deambular como un paria en el campo plurinacional y si alguna vez se rebela debe ser castigado o desterrado de su territorio.
La actitud y el lenguaje llevan las taras feudales y pseudo valores: unos culpabilizados por cambiar de vestimenta, otros por acumular un poco de capital mercantil (q’amiris) o defender sus recursos. Desde la palestra “blanco-criollo-mestizo”, en duplicidad los indigenistas y sus “opositores e intelectuales de “fama” abren un falso debate; lo que buscan es reproducir la discriminación; los primeros para el censo aumentarán el número de casillas destinadas para las nuevas nacionalidades y los opositores hacen escándalo por una casilla para los “mestizos”; esta complicidad no es otra que la nueva fachada de la vieja clasificación discriminante. ¿Interesa en algo que unos estén en una u otra casilla para mejorar su situación en educación, salud y empleo?
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