¿Hubo o no golpe de Estado?

Mientras el gobierno de Evo Morales afirma que estaba en marcha un golpe de Estado de gran envergadura, los voceros de la oposición insisten en que no hubo tal cosa y que las autoridades o exageran o inventan esa versión. Sin embargo, en todo caso, conviene analizar lo que estuvo ocurriendo durante el motín policial, la marcha del TIPNIS, el asunto de Colquiri, así como otros problemas internos y externos, durante la semana pasada.

En primer lugar se debe dar fe a las palabras del presidente Evo Morales y del vicepresidente Álvaro García, así como de la Ministra de Comunicación y otros altos voceros del Gobierno, quienes afirmaron a pie juntillas que había en desarrollo un golpe de Estado. No sólo eso, sino que afirmaron que tenían la documentación del caso, la misma que comprobaba que la acción subversiva estaba en marcha.

Al respecto, el presidente Morales dijo que oportunamente presentaría las pruebas de la subversión, ya que tenía conocimiento de comunicaciones telefónicas de los opositores, mientras, por otro lado, el vicepresidente García remarcó en una conferencia de dos horas que estaba seguro del movimiento conspirador y lo que es más, aportó por lo menos seis indicios objetivos y no sólo de palabra sino de hecho, lo cual obligaba al Gobierno a adoptar medidas de seguridad, más aún cuando los policías habían tomado la Plaza Murillo, vociferaban contra el presidente Morales los más soeces insultos y, al mismo tiempo, constituían una amenaza porque estaban armados.

Para evitar mayor alcances de la acción golpista, el Gobierno movilizó sus fuerzas de apoyo, aunque no llegó al extremo de sacar a las calles las tropas de las Fuerzas Armadas, que sólo esperaban la orden escrita del Capitán General.

Mientras tanto, por otro lado, los voceros de la oposición negaron que estuviese en marcha el anunciado golpe de Estado y reclamaron su inocencia en los sucesos, aunque no se puede dejar de considerar que guardaban en lo íntimo de su conciencia que los hechos de violencia en las calles lleguen a niveles que pudiesen convertir la convulsión social en una insurrección popular que acabe con tirios y troyanos y así puedan pescar en río revuelto para poner fin al “proceso de cambio”, al que acusan por la intranquilidad social, desorden público, retroceso histórico, injerencia extranjera y otros calificativos políticos.

En cuanto a una apreciación más amplia, se puede considerar que en general sí estaba en acción un espontáneo movimiento social de protesta, sin expresión partidaria visible, una forma de golpe de Estado que se gesta desde tiempo atrás y que se va engrosando a medida que pasa el tiempo, debido a que los grandes problemas del país no sólo no fueron solucionados sino que han empeorado por medidas que no están en el curso de la historia y que son la verdadera causa de que esté en vigencia una situación política revolucionaria aparentemente incontenible y que todavía podría producir algunas sorpresas.