La sabiduría de la marcha indígena

Desde el llano oriental, donde braman las aguas junto a las macizas catedrales de árboles milenarios, llegaron los marchistas de la IX caminata para defender la sagrada vida del TIPNIS, en las puertas andinas de la tierra del grande Pedro Domingo Murillo. Los pueblos son sabios, con los dirigentes casuales o permanentes que los acaudillan, jamás se equivocan y por esas razones, para que no los “vinculen” con los imaginarios o reales golpeadores, se parapetaron en las faldas de la Cumbre que divide el oriente con el occidente del país.

No se requiere mucha inteligencia para entender a esas gentes que, desde las temperaturas más elevadas hasta las más bajas, caminaron por las tierras bolivianas y los cielos patrios para defender lo que ellos comprenden, la unión entre espíritu de la selva y el cuerpo que anida el presente y el futuro de la tierra. La tierra está agonizando y los signos son inequívocos para todas las personas normales.

Ante este acontecimiento que no ha movido los sentimientos del régimen gubernamental, como indigenista la respuesta llena de coraje e inteligencia fue: nos quedamos en las faldas para que no se querellen contra nosotros por el imaginario golpista.

Y aquí, señores, sale nuevamente la historia acuñada por las dictaduras, en particular del banzerismo, cuando se hablaba de los “malos bolivianos”. Todos los críticos, la prensa, policías amotinados, opositores que tienen que haber en los regímenes democráticos, junto a todo lo que no vea o se sienta como masista, somos considerados “malos bolivianos”. Y, distinguidos señores, ¿dónde están los buenos que todo hacen mal? ¿Por qué tanta dilación en solucionar los problemas?

Todas las dificultades que enfrenta el Gobierno son normales en Bolivia, lo anormal es que no se da una solución y se soslaya recurriendo a colocar el remoquete de “golpistas”, “son de la derecha”, de las ONGs que otrora apoyaron al presidente Evo Morales, aunque salieron de las mismas ministros para el presente gabinete, etc.

Deseamos que nos muestren entre las caritas de los que fueron mis alumnos de la Escuela Básica Policial (1) un solo rostro derechista o complotador. Esas figuras, más indígenas que la mía, son de personas que viven en la pobreza, con almuerzos de harina, con el nombre de fideos en sus regimientos. Con colchones de indigentes, con botas adquiridas por ellos mismos, al igual que sus pistolas de reglamento.

Esos varones y mujeres salieron a las calles de pie, ante el frío y el sol que quema o agobia en los días de invierno y verano.

¿Cuál golpe? El golpe, señores del Gobierno, es del hambre y el frío, de la indiferencia y obcecación ante los reclamos que se los podía atender antes que se produzcan. Tampoco nos digan que los paceños que los recibieron son golpeadores o complotadores; la solidaridad no es precisamente oposición o golpismo.

Por otro lado, se hubiera evitado muertes, resfríos, desgracias en la IX marcha, y el mismo apoyo ciudadano, si hubiera habido misericordia en el Gobierno. Esa falta de piedad, unida a la soberbia, ha provocado la reacción del ciudadano a pie, de las verdaderas organizaciones que sienten necesidades que naturalmente en el poder no se las siente.

Los golpistas y golpeadores están en el Gobierno con distintos nombres, desde la indolencia hasta la más recalcitrante mentira gubernista.

Final: bienvenidos hombres de las tierras cálidas, de las sabanas que nos acogen a los kollas, sin discriminarnos, dándonos la mano hermana sin alarde o propaganda oficial.

Referencias:

(1) El autor fue catedrático de Derechos Humanos en la Escuela Básica Policial.

Puerto Suárez - Santa Cruz, Bolivia.