Vergel en El Alto de La Paz

Con motivo del Día mundial del árbol, me vinieron a la memoria reminiscencias de la niñez. Cobijados por la sombra de un árbol, trepábamos por sus robustas ramas para desde allí contemplar el horizonte, pensando con inocencia que en todo el mundo había paz y tranquilidad. Ese ambiente ahora hace mucha falta a nuestro amado país.

Recorriendo la ciudad de El Alto, en su inmensidad se ve la avenida “Bolivia” -algún día sabremos quién le puso ese sagrado nombre- con un jardín central de grandes árboles de pinos radiata, junto a dos bellos árboles de kiswaras, los que no llamarían la atención en lugares cálidos, pero en pleno altiplano resalta su presencia. Aun en invierno florecen con los colores amarillo y rojo, por lo que su colorido perdura durante las cuatro estaciones del año.

En la ciudad de El Alto hay pequeñas pero frondosas plantaciones de árboles, que han crecido notablemente y muestran pequeños conjuntos verdes que se los divisa mejor desde un avión. Es plausible la forestación que se observa en los recintos de la Aduana, en el Aeropuerto, en la ex fábrica de aluminio, en Villa “Marcelina” -que dicen es el pulmón de sus habitantes- y otros lugares. También en Viliroco hay una laguna rodeada de grandes árboles de eucaliptos y pinos. Estas plantaciones demuestran que El alto puede convertirse en un verdadero vergel en toda su extensión, siempre y cuando los moradores, las juntas de vecinos, trabajen e impulsen a las autoridades municipales pertinentes.

Planificar una ciudad moderna significa tomar en cuenta los cambios climáticos, los vientos fuertes, el invierno inclemente. Son fenómenos diversos que pueden ser contrarrestados con una masiva plantación de árboles, precisamente pinos radiata y kiswaras, puesto que se ha comprobado que resisten el crudo invierno del altiplano. Desde ya por la iniciativa privada se ha construido grandes edificios, que se complementarán con una forestación planificada, para brindar belleza a más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar.

A los pesimistas y cuestionadores de tales ideas les decimos que bajo el suelo agreste existen grandes corrientes subterráneas de agua, que alimentan el crecimiento de la arboleda. Naturalmente se tiene que regar y cuidar como a un niño el desarrollo del plantín, siquiera hasta un medio metro de altura, hasta que encuentre la humedad del subsuelo.

Ahora hacemos una reflexión: en vez de pensar en destruir la vegetación del corazón del Parque Nacional TIPNIS, se debería arborizar nuestro luminoso altiplano, donde los campesinos continúan pobres. Ellos necesitan agua, vegetación, y atención de los poderes del Estado, cuando se pregona que el país tiene miles de millones de dólares por la venta de gas -sin considerar una industrialización- al Brasil y Argentina.

El país tiene que instruirse, organizarse y planificar la atención a sus necesidades de producción y progreso. Cuánto tiempo hemos perdido en esas manifestaciones, bloqueos y desfiles políticos que nos agobian. Esa gente en un día podría sembrar y plantar miles de árboles en las avenidas, calles y plazas que tiene la ciudad de El Alto y en muchos otros lugares.

También en El Alto se podría construir una avenida como la “del Poeta”, entregada hace poco por el municipio para regocijo de los paceños, llenándola de árboles floridos, para orgullo de las dos ciudades hermanas. Entonces debemos desechar y dejar de lado tanta politiquería que está sembrando división y enfrentamientos entre bolivianos.

Viva el 16 de Julio, viva Bolivia.