Estados Unidos, uno de los países más poderosa del mundo, celebró el pasado 4 de julio el bicentésimo trigésimo sexto aniversario de su independencia.
Como sucede en los últimos años, sobre todo, desde que llegó a Bolivia el encargado de Negocios, John Creamer, las recepciones destacan por su carácter multicultural, reflejado a través de una importante representación indígena.
El discurso del anfitrión en esta ocasión se centró en el contenido de la Declaración de Independencia, la cual sostiene como evidentes las siguientes prioridades: que todos los hombres son creados iguales y que son dotados por el creador de ciertos derechos inalienables como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. “La carta de los derechos incluida la Constitución fue el primer esfuerzo para implementar esos principios en una normativa jurídica. Esta carta protege los derechos de todos los ciudadanos tales como la libertad de prensa, libertad de ejercicio libre de la religión y la libertad de petición”, dijo.
El diplomático se refirió también a los históricos lazos económicos, políticos y personales entre Estados Unidos y Bolivia y el compromiso basado en los principios de igualdad y beneficio mutuo. Recordó el acuerdo marco firmado en noviembre del 2011, que establece los principios mencionados y dijo que a raíz de la firma del acuerdo siguen comprometidos con el pronto retorno de los embajadores.
John Creamer recordó que durante su misión visitó comunidades para tratar de apoyarles en la aspiraciones para conservar su patrimonio cultural y compartió jornadas de esparcimiento a través del deporte; se sumó a las festividades y fue partícipe del folklore como en la fiesta del Gran Poder, a través de la Señorial Illimani, a cuyos organizadores agradeció por haberles permitido, tanto a él y como a su esposa Liza, ser partícipes de esa grata experiencia. Ofreció un brindis y una oración por los dos países, y en nombre de su familia dio las gracias por el tiempo que han vivido en Bolivia.
La interpretación de los himnos de Bolivia y Estados Unidos, estuvo a cargo de Verónica Pérez y David Presnell, respectivamente.
Centenares de invitados llegaron hasta la residencia diplomática en Achumani, para sumarse a la celebración que culminó con un almuerzo buffet de platillos típicos estadounidenses como pollo a la barbacoa, hamburguesas, hot-dogs y sus guarniciones, además de una mesa de exquisitos postres.
La fiesta patria fue amenizada por el grupo de jazz Efecto Mandarina y cuadros de danza de Yellow Bird Apache Dancers y de la morenada Señorial Illimani.
Como en otras ocasiones, Liza Creamer atendió personalmente a los invitados, con habitual simpatía.
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