Claudia Gonzáles, directora y fundadora del hogar “Alalay”:
• El presente es uno de los trabajos seleccionados por el jurado del concurso escolar denominado “La entrevista que siempre soñé” organizado por la Asociación Mundial de Periódicos, WAN por sus siglas en inglés, y patrocinado en Bolivia por la Fundación para el Periodismo (FPP), la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) y European Journalism Centre (EJC).Dos proyectos elegidos entre más de 70 representarán a Bolivia
La directora y fundadora del hogar “Alalay”, Claudia Gonzáles, respondió a las consultas de los alumnos del 5º de Primaria del Colegio Alemán Mariscal Braun.
¿Cómo y hace cuántos años se fundó el hogar “Alalay”?
“Alalay” se fundó hace 22 años, en 1990, por el deseo y necesidad de responder a los problemas de los niños que viven en las calles. Yo, en ese entonces tenía 18 años y estudiaba en la facultad de ingeniería. Una mañana conocí a Joaquín Verástegui, un niño que vivía en el monumento al Soldado Desconocido. Fue él y su experiencia en las calles lo que nos motivó a fundar “Alalay”.
¿Qué significa “Alalay” y por qué eligieron ese nombre para el hogar?
“Alalay” es una palabra aymara que significa “siento frío”. Cuando empezamos, en los años 90, nos reuníamos en el ex zoológico. Los chicos llegaban a las 12 de la noche, jugábamos fútbol y teníamos una serie de actividades hasta que alrededor de las 2 ó 3 de la mañana se subían a los árboles para pasar la noche. Uno de ellos dijo: “Somos los hijos del frío” y nosotros respetamos el nombre.
¿Cuál es el propósito del hogar “Alalay”?
El propósito del hogar es dar respuesta a las necesidades de los niños restituyendo sus derechos fundamentales. Por ejemplo, que tengan protección, un lugar seguro donde vivir, alimentación, salud, educación, que vayan a la escuela y que tengan identidad, ya que muchos de los niños no tienen una fecha de nacimiento, no saben su nombre; en realidad no existen como bolivianos; y lo que queremos es restituirles sus derechos, mostrarles que sí valen, que son importantes y que pueden lograr cosas en su vida.
¿A cuántos niños ayudaron hasta el momento?
En estos 20 años apoyamos a 20.000 niños, niñas y adolescentes desde los 5 hasta 18 años. Todos fueron recuperados de la calle y ahora viven de una manera digna dentro de la sociedad.
¿Cuáles son los problemas más grandes que sufren los niños de la calle?
Tienen que trabajar muchas horas por un tercio de lo que normalmente deberían ganar. No tienen salud, no tienen educación, no tienen dónde dormir, deben hacerlo en la copa de un árbol o en los nichos del cementerio general o debajo de un puente. Son lugares que ellos buscan para protegerse de la Policía que los gasifica...
¿Por qué la gente abandona niños en las calles?
Una de las causas más importantes es la pobreza. Como sus papás no tienen trabajo, los niños dejan la escuela y se convierten en lustrabotas, limpiadores de autos, parabrisas o vendedores de dulces y cigarrillos en las noches. Otra de las razones es la violencia en las familias: hay papás, padrastros o madrastras que ejercen mucha violencia contra ellos. Y estamos hablando de una violencia extrema, no de simples golpes. Había un niño en “Alalay” que se fue de su casa a los 7 años porque su mamá lo metía en un turril lleno de agua y le pasaba electricidad. Ese niño, claro, prefería permanecer en la calle que en su casa. Y como ése, hay muchos casos.
¿Qué fue lo más duro y más lindo que ha visto en su trabajo?
Lo más lindo es ver a un niño dejando la calle. Verlo pasar de curso, salir de la universidad, graduarse, encontrar una pareja, formar una familia y tener hijos… creo que ésta es la mayor recompensa. Y eso pasa a diario.
Lo más duro es que no hay una respuesta por parte del Estado y la sociedad boliviana. Creo que los niños de la calle son el resultado de lo que nosotros somos como sociedad. El Estado debería dar respuesta a sus necesidades. Y como sociedad ya no nos duele ver a un niño que vive en la calle o que trabaja tan duro. Se han convertido en parte del paisaje, ya nos hemos acostumbrado. Quisiéramos cambiar la mentalidad y la actitud de los bolivianos frente a este problema.
¿Cómo consiguen el dinero para darles a los niños comida, ropa, medicinas y cuánto cuesta por mes mantener a un niño?
Conseguimos fondos de redes locales. Tenemos un sistema de patrocinio. Cada persona puede apadrinar a un niño con 25 dólares al mes para que tenga alimentación y educación. Después, hay donaciones en especie que nos dan las empresas. Hacemos también proyectos para diferentes instituciones, tanto en Bolivia como fuera de ella…
¿Cómo se puede salvar a los niños de vivir en la calle? ¿Hay algo que nosotros, como niños, también podemos hacer?
Todos tenemos algo que hacer y hay muchas formas de poder ayudar a estos niños. Una es, por ejemplo, lo que ustedes están haciendo ahora, que es mostrar la realidad que viven los niños… La otra forma de apoyar es visitando las casas, compartir con ellos, ser sus amigos y conocer algunas de sus necesidades. Finalmente también se puede ayudar tocando el corazón de las personas que toman decisiones en este país para que ellos hagan algo. Es importante dejar de pensar que lo que uno hace es muy poco. Todo lo que tú puedas hacer, en tiempo o en recursos, es muy valioso para los niños.
¿Cómo es un día en la vida de un niño del hogar?
Los niños se levantan bastante temprano, a las 6 de la mañana. En las aldeas, cada casa alberga a 12 niños con una educadora o un educador, que son como la mamá o el papá. Luego se asean, tienden su cama, ordenan su cuarto, ponen la mesa para desayunar, desayunan y enseguida se les lee una parte de la Biblia. Todos trazan metas para cada día. Por ejemplo uno dice: “Hoy tengo el objetivo de hacer bien mis tareas” o “mi objetivo es portarme bien con mi profesora”. Luego un bus los transporta y los lleva a la escuela. Pasan clases y están de regreso a las dos de la tarde, se cambian el uniforme, almuerzan, lavan su ropa, ponen la mesa, etc. Todos son responsables de sus actividades.
Tenemos también otro espacio donde los niños pueden reflexionar sobre la Biblia y conocer a Dios como Padre. Cuando terminan a las 6 de la tarde tienen la “hora feliz” donde pueden jugar. También hay una serie de actividades paralelas como talleres de panadería, de textiles o de computación. Después de hacer las tareas pueden ir a uno de estos talleres, tres veces por semana. El sábado hacen la limpieza, lavan su ropa y en la tarde tienen actividades recreativas.
Participantes: Clara Susanna Müssig, Diego Andreas Muñoz Mitzlaff, Adriana Patricia Martinell Gutierrez, Janis Noah Fankhauser. Maestra guía: Profesora Cecilia Merino Rodo. Curso: 5º de Primaria. Colegio: Alemán Mariscal Braun (La Paz).
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