Ayer vi nacer una leyenda

Alonso partió en la pole pero ganó Webber, Serena consiguió el quinto, no hubo fútbol en Buenos Aires. En tenis vimos al suizo hacer historia, este partido lo esperaba el mundo, el choque en el templo del tenis sobre césped, “Wimbledon”, la cancha que ha negado cuanto título pudo a británicos hace ya 74 años, desde que Fred Perry en 1936 consiguiera la hazaña. El escocés sabía del tamaño del esfuerzo, solo Nadal pudo doblarle el brazo tras cinco horas de durísima batalla en el 2008.

Andy Murray accedió en cuatro oportunidades a semifinales de manera consecutiva y en ninguna pudo ser protagonista principal en la pista central del All England Club. Lamentablemente para Murray el que tuvo al frente es, hasta el momento y sin lugar a dudas, el tenista más grande de la historia. Luego de haber sufrido un bajón en su producción, lógico por cierto, después de haber logrado y superado absolutamente todo desafío que se le puso al frente, el suizo Roger Federer clasificó por octava vez a una instancia de ese tipo y en esa cancha, ningún otro tenista en la historia del deporte blanco registró esas cifras.

Cerca de los 31 años conquistó el séptimo título en Grand Slam sobre hierba, este título no lo superó en lo anímico, lo mostró con aplomo, sonriente y bastante tierno (baboso) en cada momento que saludaba y enviaba besos a sus hijas gemelas muy chiquitas, quienes vieron a su padre hacer historia desde uno de los palcos para invitados especiales del escenario deportivo. El suizo demostró una vez más la simpleza de un hombre “normal” que, aparte de lidiar profesionalmente con escuadrones de colegas (que lo quieren desbancar hace años y se preparan extraordinariamente, en una disciplina en que los deportistas quedan expuestos solos ante sus destinos), también queda expuesto a sucumbir ante la pequeñez más tierna: El chantaje de la sonrisa de los niños.

Federer encara estas situaciones con una naturalidad pasmosa, mueve decenas de millones de lo que usted quiera, dólares, espectadores, zapatillas, poleras, gorras. Hay un ejñercito de profesionales que están detrás de ellos, psicólogos, preparadores físicos, relacionadores públicos, abogados, publicistas, asesores de vestuario, secretarias, economistas y muchos más, parecería que esta vorágine no puede alcanzarlo y solo sonríe, trabaja, se pone los cortos y gana.

Roger Federer alcanzó el título 16 en su carrera, igualó a uno de sus ídolos Pete Sampras en los conseguidos sobre césped, 286 semanas como número uno. Con los puntos conseguidos en Inglaterra desbancó a un Djockovic de “Number one”. Esta posición no la negociará, por lo menos hasta septiembre, cuando se dispute en New York sobre cemento el Flushing Meadow, hasta entonces superará por lo menos en 10 semanas el récord de Pete Sampras como número 1.

¿Qué lujo verdad? Vimos jugar a Maradona, vimos el “Dream Team” en Olimpíadas, observamos volar a Michael Jordan, a Tiger Woods, a Usain Bolt y por suerte creo que seguiremos viendo a un Federer, festejando campeonatos.