Las ideas cristianas del Libertador

Los escritos de Simón Bolívar demuestran su alta fe cristiana y un reconocimiento al Creador en su vida, lo dicen sus conferencias, y sus escritos; a continuación daremos a conocer algunos de esos escritos.

“La religión gobierna al hombre en la casa, en el gabinete, dentro de sí mismo; sólo ella tiene derecho de examinar su conciencia íntima.”

“Si no hubiese un Dios protector de la libertad y de la inocencia, preferiría la suerte de un león generoso dominando en los desiertos y en los bosques, a la de un cautivo al servicio de un infame tirano, que cómplice de sus crímenes provocara la cólera del cielo.

Pero no: Dios ha destinado al hombre a la libertad. El lo protege para que ejerza la celeste función del albedrío”.

“Encomiendo mi alma a Dios, N. S., que de la nada la creó; y el cuerpo a la tierra de que fue formado”.

Al subir a un alto cerro, se detuvo a admirar el magnífico panorama que desde allí se presenta, deteniéndose un largo momento en religioso silencio, para luego exclamar:

“¡Qué grandeza! Qué magnificencia! ¡Aquí DIOS SE VE, se siente, se palpa! ¿Cómo es posible negarlo?”.

“Prosternaos delante del Dios Omnipotente y elevad vuestros cánticos de alabanza hasta su trono porque os ha restituido el augusto carácter de hombres”.

“Jesús que fue la LUZ DE LA TIERRA, no quiso dignidades ni coronas en el mundo; él llamaba a los hombres hermanos, les enseño la igualdad, les predicó las virtudes civiles más republicanas y les mandó ser libres, porque les amonestó que debían ser perfectos. No hay perfección en la servidumbre, ni moral en el letargo de las facultades activas de la humanidad...”.

“... el Gobierno (representado por Bolívar), no omitirá medio alguno de los que sean conformes con las máximas evangélicas, para proteger el esplendor de La Iglesia y evitar que sean encarnecidas sus instituciones y vejada la dignidad del augusto depositario de sus llaves”.

“El ejemplo de los verdaderos discípulos de Jesús, es el maestro más elocuente de su divina moral; pero la moral no se manda, ni el que manda es maestro, ni la fuerza debe darse en dar consejos; Dios y sus ministros son las autoridades de la religión que obra por medios y órganos exclusivamente espirituales”.

En carta a Manuelita Sáenz:

“Lo que me dicen de tu marido, es doloroso y gracioso a la vez. Deseo verte libre, pero inocente juntamente, porque no puedo soportar la idea de ser robador de un corazón que fue virtuoso y no lo es por culpa mía. No sé cómo hacer para conciliar mi dicha y la tuya, con tu deber y el mío, no sé cortar este nudo que Alejandro con su espada no haría más que intrincarlo más y más: pues no se trata de espada ni de fuerza, sino de amor puro y amor culpable: de deber y de falta....”.

“La Religión de Jesús, que el Congreso decretó como la exclusiva y dominante del Estado, ha llamado poderosamente mi atención”.

Un frailecito de Santo Domingo, prófugo de su convento, por causa de las vicisitudes del tiempo, y... quizá por atolondrado, tomó la palabra delante de Bolívar, quien asistía a un banquete, y lanzó una multitud de despropósitos sobre la inmortalidad del alma, y del infierno, creyendo complacer a Bolívar, a quien seguramente juzgaba impío, llegando hasta a blasfemar de la Santísima Virgen:

“¡Calle, insolente!”, fue el grito de Bolívar, al mismo tiempo que se levantaba de su asiento como un rayo, y próximo al fraile daba un golpe terrible sobre la mesa.

Cómo se atreve Ud. a proferir semejante blasfemia? Oí pacientemente que usted negara los dogmas de la inmortalidad del alma, y el infierno, pero esto ya no lo puedo tolerar. Ni a mi mismo padre sufriera que blasfemara de nuestra Señora!”.

“Capitán, agregó dirigiéndose al jefe militar de la plaza.... que lleven a este insolente y mal educado a Bogotá, para que le enseñen la doctrina cristiana y algunos elementos de urbanismo”.