El Día Histórico - 8 de julio de 1781
Durante el sitio de La Paz por los indígenas sublevados, Bartolina Sisa, esposa del inca Túpac Katari, desempeñó un papel importante en todas las operaciones de guerra. Tal era el ascendiente que la Sisa ejercía en el ánimo de su marido, que éste no emprendía la más pequeña acción sin consultar previamente a ella. La vida y muerte de los españoles y aún de los indios dependía de esta mujer extraordinaria, que al fin cayó en poder de los españoles en un combate realizado en ésta fecha.
¿Quién fue Bartolina Sisa?
Bartolina Sisa, fue mujer del célebre caudillo indígena Túpac Katari, que en 1781 puso asedio a La Paz con 80.000 aimaras.
Había nacido en La Paz el 24 de agosto de 1750 y, como su esposo, era de raza indígena pura.
Según una relación de la época, escrita por el padre Franciscano fray Matías Valderrama, que fue capellán de Túpac Katari, Bartolina Sisa era de mediana estatura, delgada de cuerpo y de facciones agradables.
Vestía una “pollera larga de cien hilos” adornada con franjas horizontales de brocado o “lana”, prendida de sus hombros una manta tejida de lana que por delante le cubría el pecho, en la cabeza llevaba la tradicional “montera” del tiempo de los incas, que consistía en un turbante de felpa negra con forro rojo y que remataba en una especie de pabellón abierto hacia arriba.
Bartolina fue la consejera
de Túpac Katari
Durante el sitio de La Paz, la Sisa acompañó a Katari en su campamento de El Alto, desempeñó un papel importante en todas las operaciones de guerra. Llegó a ejercer tal ascendiente sobre su marido, que éste no emprendía la más pequeña acción sin previa consulta a ella. “La vida y la muerte de los españoles pendía de sus labios, dictaba órdenes terminantes de proscripción de los españoles con su secretario Juan Hinojosa”.
Ella asistía a las funciones religiosas muy alhajada, tenía su asiento bajo de sitial y todos le doblaban la rodilla.
Bartolina era mujer varonil y de agallas
En junio de 1871, Túpac Katari tuvo conocimiento de que tropas españolas venían de Oruro en auxilio de La Paz. Inmediatamente se encaminó al encuentro de ellas, dejando la dirección del sitio de La Paz a su mujer Bartolina Sisa.
Ésta después desplegó en los combates tal actividad y energía, realizó hazañas de tal índole inauditas, que llenó de admiración a los mismos indígenas. Era de ver cómo una aimara originaria demostraba las mejores disposiciones para la guerra, ostentando un valor rara vez contemplado en una mujer.
En pleno combate
Bartolina cayó prisionera
Un 8 de julio Bartolina Sisa dirigía personalmente un combate entre sus huestes y una partida de soldados porteños pertenecientes a la división del comandante Ignacio Flores. El combate fue adverso a los aimaras y Bartolina Sisa cayó prisionera de los españoles, quienes la condujeron a la plaza de La Paz.
Túpac Katari propone el canje
de su esposa con un sacerdote
o el incendio de la ciudad
Cuando Katari volvió a El Alto, se encontró con la novedad de la prisión de su esposa. Penosa impresión debió haber causado en su ánimo esta noticia, cuando desde ese momento todos sus esfuerzos se dirigieron a rescatar a la prisionera, ya suplicando, ya amenazando, ya en fin, proponiendo el canje de su esposa con uno de los sacerdotes que tenia prisioneros.
En una carta dirigida a los “señores administradores de la ciudad magnánima de Nuestra Señora de La Paz”, les decía: “Por la presente tengo noticia que el señor comandante quiere dar muerte a mi amada esposa Da. Bartolina Sisa; pues lo que pretendo y esta batalla por mi dicha esposa a quien podrán V.V. sacármela y ser perdonados, así chapetones como criollos, como aconteció ayer 16 del presente mes, y año con el capitán de artillería don Bernardo Callo, quien está perdonado por mí. D. Julián Apaza, y por sobre nombre tengo, por Dn. Carlos 3º Túpac Katari, Inca, descendiente y trono principal de los reales ejércitos que gobernaron éstos reinos del Perú. Y así suplico a S.S. se sirvan permitirme a mi amada esposa y así cesará la batalla y cada uno se irá a su lugar; en caso de no hacerlo así se quemará la ciudad de Na. Sra. de La Paz, etc.”.
El triste fin de la soberana india
Ni este ni otros recursos y amenazas le valieron a Katari para salvar a su “amada esposa”, quien fue colgada en una horca en la Plaza de La Paz.
El DIARIO, 4 de julio de 1926.
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