Falleció don Hugo Andrade Reguerín

En la ciudad de San José de Costa Rica, con más de 90 años de edad, falleció el martes pasado don Hugo Andrade Reguerín, un boliviano asentado en Costa Rica desde hace muchos años, luego de haber vivido en Perú y Colombia debido a que tuvo que ausentarse del país por diversos motivos que, en casos, tuvieron que ver con la ingratitud y deslealtad de quienes él había favorecido en diferentes formas.

Hace un par de semanas, hablé con él por teléfono y recordamos los viejos tiempos de Acción Católica que tanto le debieron y a los que dedicó su vida y sus energías; un movimiento de católicos que implicó el fortalecimiento de la Iglesia Católica en Bolivia y que, por el carácter que tenía don Hugo, por los valores que adornaban su personalidad, por su vasta preparación humanística y religiosa con la práctica de bondad, sencillez y amor al prójimo, lo hicieron una especie de líder del catolicismo. Por esos y otros merecimientos, tuvo gran influencia en la vida de quienes vivieron y compartieron el diario vivir del catolicismo, dando personalidad y valores a sus amigos, condiciones que subsisten y que han acompañado a quienes lo han precedido.

Fue promotor de la fundación de Presencia, el semanario católico que nació el 28 de marzo de 1952 y que, años después, en 1958, se convirtió en un gran diario que dio prestigio al país y al mismo periodismo internacional. Fue el primer Jefe de Redacción de este matutino; pero, su alejamiento del país impidió que siga encabezando el equipo periodístico que él había ayudado a conformar, conjuntamente con Huáscar Cajías, Hugo Velasco, René Otero Calderón, Federico Castillo Nava, Pit Mendoza, Hugo Rada Monje, Carlos Andrade, Manuel Roa, y muchos otros que, salidos de las filas de Acción Católica, consideraron que la voz del Evangelio y su Iglesia Católica no podía estar ausente del diario acontecer nacional e internacional.

El espíritu de Hugo Andrade infundió coraje a nuevas generaciones de católicos para enfrentar vicisitudes de toda laya en la vida de la Iglesia de los años cincuenta para adelante. Casado con doña Cristina Cueto, conformó el hogar que dio a ambos dos hijos: María y Juan Pablo Andrade Cueto; éste, gran profesional de la música, alcanzó rotundos éxitos como concertista de piano no sólo en Centroamérica sino en los Estados Unidos, país en el que completó su educación musical hasta alcanzar el grado de doctor; su hija, María, médica cirujana también alcanzó éxitos profesionales en Costa Rica. Ambos fueron el premio y la compensación en la vida de la pareja Andrade Cueto y conformaron un cuarteto querido y respetado por todos los que los conocieron y se honraron con su amistad.

Hugo Andrade, hoy en el cielo que él había predicado con su ejemplo y su voz, con su sentido de apostolado y su vocación de ser un hombre bueno y con gran nobleza de espíritu, sintió los sabores del Evangelio predicado por Jesús e hizo de su lectura y práctica un camino seguro para vencer las pruebas del diario vivir y preparar el camino para una vida que implica el goce pleno a que están convocados quienes llegan a la condición de ser verdaderos hijos de Dios y hermanos de quienes compartieron su amistad y modelaron su propio espíritu con su ejemplo. Hugo, el buen hombre de Acción Católica, goza hoy de lo que conquistó con su vida.