Jimmy Ortiz Saucedo
Es triste reconocer esta verdad, pero como dice la Biblia… la verdad nos hace libres. No tenemos una conciencia clara de la democracia. Aunque algunos sí la tienen, sólo que no les conviene practicarla, ella es un estorbo para su ambición.
Esto se constata en la vida diaria, con la percepción que sobre la democracia tiene el país en general. La gente piensa que la democracia se termina con la elección de gobernantes. Piensan que democracia es sólo votar y punto, a eso se limita nuestra conciencia democrática, mayoritariamente.
Esta es una falencia muy grave en un país democrático, o por lo menos que pretenda serlo. Si nuestro pueblo no tiene conciencia democrática plena, no podrá exigir sus derechos y será presa fácil de corrientes políticas antidemocráticas, o de aquellos que la usan como una pantalla para su absolutismo.
Se tiene que plantar para cosechar, nadie cosecha lo que no siembra. Se tiene que enseñar al pueblo qué es la democracia. Se tiene que crear en él una cultura democrática. Y como todo proceso cultural toma tiempo, no es de la noche a la mañana.
El continente americano, por intermedio de la OEA, decidió que la democracia sea nuestro sistema de gobierno. Atrás quedaron las dictaduras de nuestro oprobioso pasado. Esta voluntad se materializó con la creación de la Carta Democrática Interamericana, en el vigésimo octavo período extraordinario de sesiones, celebrada el 11-09-01, en Lima- Perú.
Este es el documento más avanzado de la democracia en el mundo. En él se define con meridiana claridad la fórmula de la democracia, no hay por dónde perderse. La Carta puso a la vanguardia mundial a la OEA en esta materia, fue un importante avance cualitativo. La democracia dejó de ser una entelequia, entendida por políticos de izquierda y derecha de diferente manera.
El artículo tercero, parte central de la Carta, expresa: “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos” (oas.org). Recomiendo estudiar este documento, es todo un poema a la democracia.
Necesitamos difundir esta Carta, como punto de partida en la creación de la conciencia democrática. Su artículo primero dice: “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”.
Como el Gobierno nacional no la promueve, porque es de lo que no les conviene, insto a la OEA, otros niveles del Estado, a las universidades, a las ONGs, a las instituciones y a los ciudadanos comunes, a promoverla como antídoto contra las dictaduras formales o solapadas.
Hago mías las recientes palabras del Presidente del Banco Mundial: “Los demócratas de América Latina, de izquierda, centro y derecha, deben prepararse. Los llamados democráticos, para acabar con los matones que intimidan y defender los derechos humanos, las elecciones justas y el estado de Derecho” (…), llamo a América Latina a aprovechar la oportunidad de convertir la región en “el primer continente democrático”, un espacio de “democracia, desarrollo y dignidad”, y no de “golpes, caudillos y cocaína”.
jimiortiz@cotas.com.bo
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