El camino de la búsqueda de tiempos mejores siempre estuvo “empedrado” de ilusiones, incomprensiones, intolerancias y deslealtades, desde la fundación de la República, en 1825, desde que Simón Bolívar, el Libertador de origen venezolano, se hizo cargo de la presidencia de Bolivia. Y persiste esa realidad, desgraciadamente, hasta nuestros días.
Camino largo, escabroso e intransitable, en cuyo recorrido muchos gobernantes, unos de fina sensibilidad social y otros de elevado sentimiento patriótico, se vieron frustrados, debido que sus propósitos de construir un futuro llevadero con pan, techo y dignidad, fueron truncados por la mezquindad y poca voluntad que mostraron ciertos sectores reacios.
En consecuencia con fuertes dosis de sangre algunos de aquéllos marcaron su frustración en las páginas de la historia Patria. Un dignatario de Estado, por decir un ejemplo, ante el fracaso de sus planes gubernamentales, que redundaban a favor de los altos intereses nacionales, asumió la fatal decisión de autoeliminarse, conmoviendo a la opinión pública. Y no faltaron quienes perecieron arrollados por la turbulenta reacción de las multitudes que, en su momento, perdieron todo respeto y consideración por la vida humana.
Asimismo otros acabaron sus días en tierras desconocidas, lejos de sus seres queridos y tan olvidados por los amigos con quienes habían compartido el momento de la gloria, que representa el Poder, a la diestra o siniestra, en dictadura o democracia. Obviamente que son manifestaciones propias de la frustración, en busca de tiempos mejores.
Pues seamos nosotros mismos, con fortalezas y debilidades, con caídas y levantadas, pero libres y dignos, soberanos y autónomos, quienes construyamos tiempos mejores, en el marco de las expectativas del momento histórico, conforme soñaron nuestros mayores, que nos abrieron los caminos de la emancipación política.
Y la paz social duradera que tanto anhelamos se impondrá cuando se haya logrado superar la desigualdad, la discriminación y la exclusión, permitiendo avizorar tiempos mejores, con plena vigencia de la dignidad humana. Además que éstos se darán sólo con el esfuerzo mancomunado de cada uno de los bolivianos en estricta consonancia con la unidad e integración nacional. Y asumiendo un modelo político de esencia humanista en lo político, económico, social y cultural. De igual modo recuperando los recursos naturales estratégicos a favor del Estado boliviano. Por lo visto no hay otra fórmula para alcanzar tiempos mejores, que, en la práctica, significa la construcción de una Nueva Bolivia, en la perspectiva del Siglo XXI.
En suma: los bolivianos, hombres y mujeres, citadinos y rurales, orientales y occidentales, estamos comprometidos a priorizar, sobre todas las cosas, los supremos intereses de la Patria, contribuyendo, en lo posible, a posibilitar tiempos mejores, que redundarán por el bien común. Actitud que debemos asumirla con sinceridad, valentía y patriotismo, aceptando los retos del futuro.
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