Las fiestas julias del 16

La Gobernación y la Alcaldía harán un único “festejo” para conmemorar los 203 años de la gesta libertaria del 16 de Julio, encabezada por el protomártir de la independencia americana, Pedro Domingo Murillo. Autoridades nacionales, departamentales y municipales izarán la bandera nacional, la enseña paceña y la wiphala. Antes se izaba dos solamente.

Habrá una sesión de honor estereotipada, desfiles politizados -a fortiori- sin noción ni emoción paceñista, música autóctona, verbenas, bailes y beodez. Los paceños preguntan: ¿qué vamos a festejar? ¿Acaso la ciudad del Illimani no está maltratada y atropellada, por mala voluntad demostrada?

La Paz está convertida en patio trasero del MAS. No se ve a la otrora ciudad pujante, de valerosos hombres y mujeres. Las instituciones “cívicas” nada dicen y estamos huérfanos de dirigencia cívica. Mineros y comunarios hacen estallar dinamita, atemorizan a la población, causan destrozos para que sean atendidas sus exigencias, el Gobierno central no puede o no quiere encontrar soluciones.

La capital está convertida en “marchódromo” ante miradas pasivas de autoridades. Los vándalos no están en la cárcel. Los policías de base sufren atropellos, jefes oficiales de alto rango están bien ubicados como guardaespaldas de autoridades, otros detrás de escritorios, cuando su misión es estar en las calles para resguardar la propiedad privada, proteger al ciudadano ante la alarmante inseguridad ciudadana.

Organizaciones sociales insisten en cambiar el nombre de la plaza Murillo, por Apu Mallku Túpac Katari y Bartolina Sisa, con el nombre de “22 de enero”, como reconocimiento al día de la fundación del nuevo Estado Plurinacional y en honor al presidente Morales. Un amauta “historiador” desubicado se ha permitido expresar que “la revolución de La Paz de 1809 fue ideada, planificada y sustentada ideológicamente desde la ciudad de La Plata y Murillo era un analfabeto que escasamente sabía firmar”. Otro “historiador” municipal añade que cuatro presidentes fueron colgados en la plaza Murillo.

Tendremos que alegrarnos por dislates como decir: “Colgaremos a los que se oponen al proceso de cambio. Hay que colgar a quienes no están con el hermano Evo”. ¿Quién juzga al que lo dijo? Las provincias paceñas no conocen progreso, se hace parches. Muchos pueblos están en la miseria, no tienen agua potable, alcantarillado, caminos ni luz eléctrica, aún utilizan mecheros, pozos sépticos y carecen de salud y educación.

Se subestima el rico historial desde 1551 del Palacio de Gobierno, que tiene estructura arquitectónica de estilo europeo y colonialista, llamado Palacio Quemado porque una subversión la incendió en 1875. Por ella pasaron mandatarios ilustres e iletrados. Hoy se lo quiere convertir en museo y destruir inmuebles coloniales para construir un edificio de 12 pisos con helipuerto, lo que afectará la estética del casco viejo de la ciudad y su glorioso pasado.

Hay crisis, inflación, falta de circulante, gente del altiplano y los valles mendiga por unas monedas para mitigar su hambre, niños y niñas trabajan para ayudar a sus progenitores que no tienen trabajo, por eso quizás las calles están invadidas por el comercio informal -62 mil gremiales- con tolderíos que convierten a la urbe en recova, en un inmenso “ttantakatu”.

La Paz está postergada, sin progreso ni atención del Gobierno. Se dirá que el ingenio azucarero San Buenaventura en construcción es del Estado, concedido a una cuestionada empresa china, pero no es paceño. Los choferes de trufis, micros, taxis y radiotaxis hacen cobros arbitrarios. El pan primordial del pueblo bajó de peso. Hay más bares y cantinas que escuelas. La Brigada Parlamentaria Paceña, con jugosas dietas, ¿que hizo por La Paz en más de seis años? Nada. Ante este panorama incierto, ¿los paceños tendrán ganas de festejar? ¿Será justo bailar y beber?