OPINIÓN AGRARIA
Luego de recorrer por más de dos meses en la novena marcha los indígenas vuelven a su territorio con la convicción de seguir defendiendo su hábitat y la riqueza natural que alberga el Parque Nacional Isiboro Sécure TIPNIS que se ubica entre los departamentos del Beni y Cochabamba, en donde existe una infinita cantidad de especies en fauna, flora, exuberantes paisajes, lagunas con agua natural, recursos hidrocarburíferos, madereros y otros que son codiciados por quienes ignoran su valor y lo ven como un centro “extractivista” de recursos aptos para obtener una riqueza material a corto plazo, sin pensar en que podrían ocasionar un daño irreversible al medio ambiente.
Lo indignante para los marchistas y los ciudadanos de a pie que apoyaron moral y materialmente a los indígenas en la sede de gobierno y las ciudades por las que pasaron en su recorrido, como San Ignacio, San Borja, Yucumo, Palos Blancos, Caranavi, Unduavi, Chuspipata y la cumbre es que el primer mandatario del país no se dignó en recibirlos ni dialogar con ellos y más bien fueron objeto de represión para evitar su ingreso a la Plaza Murillo.
Ní la muerte de una niña, ni la adversidad y la represión a los indígenas con agua y gases, ni el frío invierno y las condiciones de miseria en la que caminaron más de 600 kilómetros, niños, mujeres, hombres y ancianos, sensibilizaron la actitud de los gobernantes de turno.
Sin embargo otra agrupación a título de representar a los machistas fue recibida por el gobierno de inmediato por estar de acuerdo con la consulta y de construir la carretera por el centro del TIPNIS.
Será también casualidad que empresas brasileras, sean las que se encarguen de la construcción de la carretera y de concesiones petroleras de exploración y explotación que a través de esta vía puedan acceder al océano Pacífico vía Chile.
Pero lo que queda en la duda es si esta consulta es legal y responde a los intereses de todos los bolivianos, porque el Parque Nacional Isoboro Secure TIPNIS es un área protegida, patrimonio de todos y no sólo de un grupo que al calor de la “politiquería” salió a la palestra para responder al problema ambiental que afecta no sólo a los indígenas que habitan en su territorio, sino a todos dentro y fuera de Bolivia, porque destruir un tesoro natural en recursos zoo y biogenéticos es ir en contra de la “madre tierra” y la destrucción de la capa de ozono, que precisamente por el daño ambiental afecta al planeta y cada vez respiramos menos aire puro.
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