Freddy Illanes Vedia
El 16 de Julio de 1809, después de la procesión de la Virgen del Carmen, al cerrar la noche, los habitantes criollos mestizos de la ciudad de La Paz se rebelaron contra la dominación española. Encabezados por el prócer Pedro Domingo Murillo, tomaron el cuartel, apresaron a todas las autoridades y depusieron al Gobernador Tadeo Dávila, al Obispo Remigio La Santa y Ortega. Se hicieron cargo del gobierno de la ciudad.
Poco después se formó la Junta Tuitiva, representada por personajes notables, los que nombraron a Murillo como presidente y Jefe de Armas.
En esas circunstancias fue redactada la declaración de la Junta, que en líneas iniciales dice: “Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno mismo de nuestra Patria”. Este es el primer grito libertario en América Latina.
En su libro “Contribución Histórica a los Bicentenarios de Bolivia”, el escritor Enrique Rocha Monrroy manifiesta acertadamente que “el alzamiento de Murillo es el primer hecho político que define, para siempre, los tres factores actuantes en la historia de toda emancipación nacional: el sentimiento nacionalista, el imperialismo extranjero y la quinta columna entreguista”. Por eso las luchas actuales, en servicio de la libertad económica y política de Bolivia, están eslabonadas con la Revolución del 16 de Julio de 1809, que es el primer episodio del movimiento nacionalista boliviano.
He aquí el valor inmortal de Murillo en la historia boliviana. Es el primer caudillo nacionalista revolucionario aparecido en América. El Virrey del Perú al enterarse de la rebelión envió al Gral. Goyeneche a castigar a los revolucionarios. Éstos, después de sangrientas batallas, fueron apresados un 29 de enero de 1810, para su martirio, expiación y gloria, pues la horca y el tablado del garrote se alzaron frente a la Capilla de Loreto. Pedro Domingo Murillo antes de morir y cuando subió al cadalso gritó una frase premonitoria que perdurará en el devenir de la historia: “Yo muero, pero la Tea que dejo encendida nadie la podrá apagar”.
En honor del protomártir existe hace 40 años el “Club del Libro Prócer Pedro Domingo Murillo”, institución que fomenta y difunde la lectura, la cultura y el civismo paceño.
Además instituciones de mucho prestigio han escogido su nombre en conmemoración a la fecha libertaria, como el “Club 16 de Julio”, que cumplió 91 años, donde se realizan actividades, culturales y cívicas. En el año del Bicentenario dicha entidad otorgó una condecoración y placa al matutino EL DIARIO, Decano de la Prensa Nacional, como reconocimiento a sus más de cien años de labor periodística en beneficio de los intereses de la ciudad de La Paz y del país.
Este club social estrenó su nueva mesa directiva teniendo como presidente al Lic. Julio Benavides España, doctor en economía, graduado en la Universidad La Sorbona de París, Francia, Instituto de altos estudios en desarrollo económico, catedrático de las universidades Mayor de San Andrés y Católica Boliviana, Director general del Instituto Arrieta por 32 años. Su vicepresidente es el Lic. Miguel Salgar Mendizábal, auditor financiero, con estudios académicos de post grado en Italia. Ellos promoverán la interacción entre instituciones paceñistas en actividades cívicas, culturales y artísticas, poniendo a disposición las instalaciones del club.
Actualmente el restaurante del Club es administrado por el señor Constancio Abalos M., quien en el quinto piso del edificio ubicado en El Prado ofrece a paceños y no paceños una atención esmerada.
Asimismo, en honor al nombre de nuestra ciudad, existe Laboratorios “La Paz” Ltda., que funciona desde 1973 y cuenta con equipos de tecnología de punta y un equipo de profesionales especializados en diferentes áreas; su gerente propietaria es la Dra. Verónica Bartos de Chamon.
Todas esas instituciones se adhieren al nuevo aniversario de la Revolución del 16 de Julio. A 203 años del grito libertario debemos reforzar nuestro espíritu cívico paceñista, unidos al margen de partidos políticos. Primero está nuestra ínclita ciudad de La Paz, porque ha sido y será cuna de valientes y tumba de tiranos.
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