Mientras autoridades encargadas del sector agropecuario del país publican informes que indican que la producción agrícola del país aumenta en grandes proporciones, los datos estadísticos oficiales y de entidades particulares revelan lo contrario, vale decir que esa producción sigue cayendo y que el Gobierno se ve ante la situación de hacer grandes importaciones para cubrir el déficit alimentario.
Esa lamentable información acaba de ser confirmada por una Fundación privada (sobre la base de datos del INE), que hizo saber que el año pasado el Gobierno compró alimentos por 519 millones de dólares, con el agravante de que esa importación fue casi 53 por ciento más que la del año 2011. Es decir que sólo en un año las importaciones de productos para la alimentación de la población subieron en casi 180 millones de dólares.
Según datos concretos de esa alarmante noticia sobre la verdad de la producción agrícola, en 2011 se importó trigo por 77 millones de dólares (en números redondos) y 23 millones de otros cereales derivados para la industria alimenticia. Así mismo, se importó por casi 61 millones de dólares preparados para harina y fécula. Se importó otros 5 millones dólares en otros cereales, lo cual suma más de 500 millones de dólares en compra de alimentos.
Por otro lado, también aumentó la importación de maíz, arroz, lácteos, huevos, café. También se trajo papas prefritas y congeladas, margarina y manteca, así como otros productos. A esas importaciones, por casi 520 millones de dólares el año 2011, se debe sumar el valor de las importaciones por contrabando, tanto de Perú, Argentina, Chile y Brasil que, según los analistas, alcanzaron a cerca de 200 millones de dólares durante el 2011. La suma de esas importaciones pasaría de los 800 millones de dólares, cifra considerable que sólo puede ser sostenida con los altos ingresos por exportación de gas, sin los cuales el pueblo boliviano estaría sufriendo hambre.
Pero, ¿por qué el país está importando tanto alimento, cuando hace unos seis años no era necesario traer granos y otros productos? Así mismo, es necesario preguntar ¿por qué las autoridades del Gobierno afirman a tambor batiente que está garantizada la seguridad alimentaria, que han crecido las áreas cultivadas en 8 por ciento, que los campos reverdecen, que ya no hay dónde almacenar tanta producción local. Inclusive dicen que la producción de trigo creció en cinco años en 8 por ciento y hacen otras afirmaciones parecidas.
Es, pues, indudable que la oferta oficialista de seguridad alimentaria es un fracaso rotundo, hecho que se confirma en que el pueblo boliviano ya no consume sus propios alimentos, sino que vive gracias a la generosidad de países vecinos que nos envían productos, algunas veces con precios subvencionados, actitud piadosa cada vez más notoria.
Finalmente, ¿por qué se produce esa catastrófica realidad? En pocas palabras, por el fracaso de las disposiciones legales relacionadas con la cuestión agraria dictadas por el Gobierno, entre ellas la Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria, la Ley de la Revolución Productiva y otras anexas. Esas medidas absurdas han originado migración del campo a la ciudad, abandono de la tierra, erradicación de cientos de hectáreas de cultivos de fruta, verduras, café, papa, etc. en los yungas, retroceso a formas de trabajo feudales, negación del derecho de propiedad a los agricultores medianos y pequeños, retorno a formas de propiedad preincaicas, la inestabilidad del Gobierno y otras.
Como conclusión se puede decir que de continuar la situación pronto el pueblo boliviano (que está sufriendo esos efectos) enfrentará problemas de increíble magnitud, mientras las autoridades del Ministerio de Agricultura se complacen en ocultar la realidad con falsas informaciones.
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