[Manfredo Kempff]

Nuevo embajador en Brasil


Si nos ponemos a observar las designaciones diplomáticas que ha realizado el actual Gobierno -sobre todo a nivel de embajadores- debemos coincidir, que, por lo menos en el caso de Brasil, se ha nombrado a un representante leído y “escribido” según el argot popular. El socialista cruceño Jerjes Justiniano, bastante ecléctico en su vida política lo que lo señala como persona versátil, no tiene experiencia diplomática de ninguna naturaleza para encarar una encomienda tan importante, aunque, como todo en la vida, eso se podría suplir con sentido común y tacto. Finalmente la diplomacia no es un misterio, es sobre todo, buen criterio, además de estudios, naturalmente. Más no se le puede pedir a la actual Cancillería, no se puede exigir nada de los masistas, y es preferible un profesional abogado, docente universitario, que otro yatiri que piensa que Bolivia se extiende hasta donde se escucha el pinquillo y nada más.

Pese a que salta a la vista que el principal encargo que tiene Justiniano tendrá que ver con temas relacionados con el narcotráfico, no es bueno que se reconozca eso rotundamente, porque si con nuestro principal vecino la pichicata es lo más importante, entonces vamos a reconocer que nos hemos convertido, como se afirma por doquier, en un Narco-Estado Plurinacional. Si se designa a un jefe de misión exclusivamente para desmontar la pésima imagen que tiene Bolivia en Brasil a raíz de las mafias del narcotráfico, por mal camino transitamos. Y es la imagen que se ha dado en el país con esta designación diplomática.

Desde la toma de las instalaciones de Petrobras en una innecesaria suerte de operación comando con tropas de elite envalentonadas en traje de combate cuando se produjo la “nacionalización”, las cosas con nuestro vecino no han marchado bien (OAS y carretera del TIPNIS de por medio). Por entonces, el presidente Lula trató de mirar hacia un costado y hacerse el desentendido embuchándose una humillación propinada por su hermano Evo, porque Brasil no sabía todavía que tenía reservas de gas natural para gasificar a todos los bolivianos juntos y hacernos volar por los aires. Ahora saben eso los brasileños y como la señora Rousseff parece no tener muy buenas pulgas es mejor andarse con cuidado y no volver a provocar.

Esto viene a raíz de la negativa del gobierno boliviano a darle el salvoconducto al senador Roger Pinto para que se traslade al Brasil una vez que esa nación le ha concedido el asilo. Esa es la norma, lo establecido según el Derecho Internacional. Ni eso se entendió en la Cancillería. Dijeron que el Estado Plurinacional no daba salvoconductos a nadie porque en Bolivia sólo era necesaria la cédula de identidad para movilizarse y viajar. ¡Qué genialidad! Así que esto del senador Pinto se ha convertido en un problema que debería estar solucionado positivamente antes de que el nuevo Embajador presente sus credenciales para que el ambiente esté más distendido. Esta no es una cuestión menor y si Bolivia no concede el salvoconducto respectivo las relaciones van a estar en una situación tirante.

A lo anterior se agrega que el embajador Justiniano tendrá un encontrón seguro con la revista “Veja”, pero, mucho peor, con otros medios de comunicación que hacen un seguimiento de sabuesos a todo lo que puede afectarle a Brasil en los próximos años (Mundial y Olimpiadas), más el inmenso problema social que la droga generada en el Chapare provoca en la vida brasileña. Si S.E. ha pensado que su nuevo embajador le va a sacar las castañas del fuego refutando las informaciones que ha ofrecido “Veja” sobre sospechosas actividades del Ministro de la Presidencia y la guapa Jessica Jordan con un narco, se equivoca rotundamente. “Veja” puede resistir un juicio prolongadísimo al gobierno boliviano, con el agravante de convertirla en una enemiga encarnizada que sería la punta de lanza en las investigaciones sobre narcóticos en los que periódicamente está involucrado el Estado Plurinacional.

Es una representación netamente política la que le corresponderá desempeñar al embajador Justiniano, donde necesitará de un gran apoyo de la Cancillería. Sabemos de sobra que eso no lo va a tener, pero, por lo menos, para guardarse las espaldas, que exija el Pliego de Instrucciones correspondiente, donde el Ministerio de RREE le diga, por escrito, cómo y cuáles asuntos debe enfocar primordialmente. Como parece que esto de las Instrucciones, antes tan importante, ya ha pasado a la historia, lo más probable es que, como decíamos al encabezar esta nota, Justiniano deba guiarse por su olfato político y su sentido común.

Iniciar una gestión con un asilado al que no se le quiere conceder el salvoconducto para salir del país y además con un sector de la prensa en contra, no es nada reconfortante. Más grave aún si es que la revista “Veja” exhibe las pruebas que dice tener sobre sus acusaciones.

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