En nuestro artículo “Mirada Katarista e identidad (II)” dejamos establecido que era necesario otro enfoque para comprender la identidad nacional. Hemos recibido muchas criticas, lo que nos parece normal. El debate está abierto. Recordemos simplemente que lo kolla es una producción social y cultural, una zona de contacto económico y comercial en Bolivia y que se expande más allá de nuestras fronteras, siempre imponiendo sus relaciones culturales.
Como producción social contemporánea nada tiene que ver con “indígena”, “campesino” ni “originario”. Lo kolla es el punto de cohesión social y permite compartir elementos comunes y productos en los que todo boliviano ha contribuido. También nos permite aprehender la estructura social y económica de Bolivia y, sobre todo, develar los espacios de exclusión y discriminación (Cf. auto-identificaciones de moda).
Las percepciones y concepciones que cierran los ojos a los avances y los problemas de la producción y definición de identidad nacional, son miradas llenas de prejuicios. Las grandes mutaciones sociales y económicas producen no sólo cosas, sino una manera de mirar el mundo, formas libres de participar y nuevas complicidades; al mismo tiempo destruyen las formas de clasificación social y étnica heredadas del habitus feudal.
Sin embargo esas prácticas discriminantes reaparecen disfrazadas de “originario”, es el caso de la discriminación a mujeres kolla que deseaban concursar de cholitas y con pollera para las fiestas Julias; estas mujeres expresan al país que usar pantalón o pollera es ser kolla; pero el orden feudal imprime discriminación. ¿Esto significa que la pollera está destinada sólo a mujeres clasificadas como “originarias”? ¿Las kolla que usan pantalón o vestido están excluidas de la producción cultural? Es la pseudo ideología indigenista que clasifica a las mujeres kolla de Bolivia; las mujeres en el país tienen todo el derecho de concursar libremente, así vistan pantalón o vestido y hablen o no el Aymara-quechua.
Mientras en las instituciones de carácter feudal se repite las prácticas racistas en nombre de lo “originario”, la dominancia kolla configura todo un mundo de mercaderes, comerciantes. Es cierto, ese mundo todavía no ha logrado constituirse en burguesía, tampoco existe una elite de tecnócratas e intelectuales. El mundo kolla está dedicado en estos tiempos a acumular, sin embargo está comenzando a desplazar la acumulación del capital mercantil hacia el proceso productivo, es decir capitalista. Frente a este avance la mentalidad feudal indigenista escamotea la identidad y la dominancia kolla; el reducir a “indígena, originario, campesino” es institucionalizar nuevas formas de exclusión cultural y económica.
Estas formas de discriminación son obra del indigenismo que mezclado con una mentalidad feudal cierra los ojos a los problemas de transformación económica-social y de englobamiento cultural; es una ideología fijada en el pasado, cuyo objetivo es la manipulación de “sus indígenas” (Cf. El trato a la gente del TIPNIS).
La mitificación de una sociedad con “principios” arcaicos es la apología de una sociedad moribunda. Una civilización no es un algo dado histórico-estático, sino un proceso de mutación permanente; se enriquece de sus experiencias, de sus contactos y la capacidad de innovación. En este proceso la identidad kolla unifica el país, rompe con las parcelaciones absurdas de aquellos que hablan y hacen encuestas de “auto-identificación” que va desde lo “indígena” a lo “mestizo”.
En lo material la identidad kolla en la economía y el comercio rompe los espacios cerrados y considerados privilegios de algunos que todavía se creen “nobles”. Con la nueva identidad nacional se va consolidando la formación del Estado. Los kolla no sólo hacen comercio, sino enseñan a apreciar lo que Bolivia tiene y produce. Para la identidad kolla el pasado tiene su valor, pero lo que cuenta es la dinámica actual.
El comercio ha hecho del kolla el individuo cosmopolita y libre en sus decisiones, expansivo e innovador. Entonces todas las formas culturales no se valen. Las sociedades cerradas no son capaces de dar respuesta a estos tiempos, muchas están condenadas a la desaparición; lo propio ocurre con el “pensamiento” cerrado no obstante su ocaso, mira, clasifica y fija las relaciones con las taras feudales y “señoriales”.
El mundo kolla en su dominancia cultural es una sociedad abierta, expansiva y esa es su fuerza hegemónica en el Siglo XXI; ahora los kolla se lanzan al mundo y aprenden las lenguas del comercio: inglés, mandarín, francés… sin embargo esta dominancia es negada por una mentalidad que patina en el lodo de la hibridación, sus representantes prefieren hablar de “mestizaje” y postular que aquí ya no existe identidad más que mestiza. ¿Acaso la identidad de ese mestizo no es lo kolla?
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