Necesitamos sincerarnos

Con el pasar de los años llegué a la conclusión a la que llegamos todos los que vivimos ese par de años gloriosos…y me refiero a la locura de la clasificación al mundial del 94, no había que romperse el coco demasiado para desembocar en lo obvio.

Futbolísticamente separo el gran momento que vivía cada uno de los integrantes del grupo de los jugadores bolivaristas que jugaban muchísimos años juntos y la justa elección de los mejores del país, el tener una base que maneje los mismos códigos es impagable en cualquier parte del mundo. El dibujo y el esquema fue eficaz en esa época, o por lo menos súper práctico, línea de tres con carrileros muy activos que podían irse hasta el fondo o quedarse en el medio si es que los volantes se ubicaban en ¾, por eso Marco Etcheverry aparecía por la izquierda del área rival habilitando a Ramallo o Rimba, Pichicho por derecha y Erwin Sánchez o Baldivieso retrasados por el medio, les pregunto, ¿lo que acabo de describir, no es lo mismo que intentaron todos los que pasaron por el cargo de DT de la Verde? El desequilibrio que lograba El Diablo no se consiguió nunca más, la velocidad y efectividad de Botero hizo olvidar un poquito al Gladiador. A lo que voy: ¿se puede objetar que Azkargorta no dirigió los últimos años cuando la materia prima sigue siendo la misma? Las comparaciones son odiosas, no quiero pecar en evaluar cual fue mejor, menos usar el cliché que los abuelos defienden “Todo tiempo pasado fue mejor”.

La mayor revolución que provoca Xabier Azkargorta aquel 93, no tuvo que ver con todo esto, sino con explotar lo mejor de cada uno; en la superación mental de los complejos y en el convencimiento de poder. ni más ni menos es lo que necesitaremos ahora y siempre. Frente a Argentina en Buenos Aires, La Plata, El Siles o donde quieran se ensaya una concentración especial y terminan siendo partidos sensacionales. a las 48 horas ese mismo equipo juega contra la juvenil de una isla caribeña y pierden. ¿Cómo se puede entender? simple, desde lo psicológico y la motivación. Sin estos aderezos cualquier esquema, dibujo o táctica termina por los suelos y es ahí donde se tiene que incidir, no sólo en fortalecer este aspecto sino en formar a los jóvenes seleccionados con esta visión. Inculcar, descargar en el disco duro de las nuevas generaciones este convencimiento.

De lo futbolístico, paralelamente hay que preocuparse, pero no pretendamos ahora jugar a la europea o con supuestos esquemas modernos, cuando los últimos 18 años no supimos como hacerlo ni siquiera a lo camba o a lo colla, es decir ni a la boliviana. No polemicemos si se juega con 9 o sin 9, con uno o dos delanteros. Creo que la selección en la mayoría de los partidos que disputó no jugó mal, no supieron meterla y da la impresión que en un arco iris tampoco entraba. Ese es el plus que necesitamos y el cual desde mi punto de vista nos tiene que preocupar.