Elsa Dorado de Revilla un legado de nobleza

Incontables crónicas pasaron semana tras semana por esta página. Todas ellas reservadas a exaltar las virtudes y las buenas acciones tanto de personalidades como de instituciones. Atenta siempre a las fechas históricas, sobre todo, el 10 de Febrero, cuando dedicaba versos a su tierra amada.

Ella ya no está entre nosotros, pero su recuerdo y su literatura quedarán impregnadas en las páginas del Decano de la Prensa Nacional.

La escritora orureña, Elsa Dorado de Revilla, columnista de la revista Femenina, enriqueció estas páginas con artículos notables, reflexivos y de honda calidad humana. Tuvo una niñez y juventud intensas y misteriosas vinculadas a sus cuentos, reales e imaginarios, de las minas bolivianas. Esta obsesión se trasladó a su producción literaria; la mayoría relacionada con este tema.

Desde el año 1963, doña Elsita vivió en el campo minero de Quechisla, ubicado en el sur de Bolivia, y fue durante esta época que escribió los cuentos que forman la colección titulada Filón de ensueño, publicada en 1977, y Las bacterias no hacen huelga.

Estos cuentos marcan un testimonio de la época en que vivió, y con ellos no sólo intentó acercarse a la gente, dando testimonio de su época, sino también de despertar el interés humano universal, por el sector más agredido de la sociedad.

La activa colaboradora de la revista tuvo una importante participación en los círculos femeninos, sus actividades giraban en torno a las Mesas Redondas Panamericanas de Bolivia y el Centro de Damas Orureñas, buscando siempre destacar el rol de la mujer en la sociedad, incorporando a la mesa de discusiones, aportes adelantados y visionarios que marcaron su diferencia intelectual.

Su amor y sensibilidad por los niños la llevó a fundar el Comité Pro Monumento a los Niños Héroes de Bolivia, a cuyo propósito dedicó jornadas para buscar los fondos destinados a este noble propósito.

En abril de 2011, la intelectual boliviana develó el monumento junto a las damas panamericanas, en la zona de Achumani.

Como corolario de su actividad dejó plasmado el poemario Ronda Poética Panamericana, un legado que muestra su calidad humana y pareciera establecer un puente entre esta vida y el recuerdo, que marca la existencia de la comunidad que tuvo el privilegio de compartir con ella.