[José Alberto Diez de Medina]

Sangrienta represión a la revolución del 16 de julio


Frente al carácter que tomó la revolución del 16 de Julio de 1809, que indiscutiblemente dio lugar al primer gobierno independiente de América, se unieron los virreinatos de Buenos Aires y del Perú, para apagar la revolución independentista.

Se llamó a un militar realista, sinuoso y sanguinario, José Manuel Goyeneche, para sofocar el levantamiento subversivo de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz.

Goyeneche, con contingentes reunidos en el Perú, que sumaban 5.000 hombres, inició su avance hacia el Alto Perú.

El día 22 de septiembre se supo en La Paz que las avanzadas de Goyeneche, al mando de los coroneles Fermín Piérola y Domingo Tristán, habían ocupado el Desaguadero.

El comandante Pedro Domingo Murillo envió un destacamento a Tiwanaku bajo el mando del sargento mayor Juan Bautista Sagárnaga, para reprimir a los realistas en caso de que crucen el río Desaguadero, frontera de los dos Virreinatos.

Ante estas noticias, los realistas trataron de socavar la revolución mediante medidas anarquistas, como la circulación de rumores y la corrupción, obteniendo incertidumbre y confusión en las filas revolucionarias.

Para la revolución del 16 de Julio, el mes de octubre significó el inicio de su colapso.

El brigadier Goyeneche estableció su cuartel general en Zepita; el 4 de octubre fracasó un intento de arreglo en el pueblo de Laja.

Reunidos varios patriotas en Tiwanaku, decidieron el retorno del ejército patriota a La Paz, a fin de impedir una contrarrevolución, llamando como auxilio a los indios de Pacajes.

A medio día del 13 de octubre las tropas patriotas al mando del capitán Gabriel Antonio Castro salieron a Chacaltaya a la espera de las fuerzas realistas.

Al aproximarse Goyeneche a Chacaltaya, el capitán Castro visualizó, en primer lugar, el mayor número de realistas y en segundo lugar, una poderosa caballería, resolviendo retirarse con el grueso de su ejército más los Húsares a caballo, hacia las quebradas de Yungas, dejando algunos hombres bajo la jefatura de Juan Antonio Figueroa, con la orden de volar el polvorín y los cañones que no podían ser transportados.

El fácil triunfo de Goyeneche en Chacaltaya significó la restauración de las autoridades realistas anteriores al 16 de Julio.

Los patriotas se reunieron en Coroico: el capitán Castro, Victorio García Lanza y otros.

En su intento por aniquilar a los patriotas, José Manuel Goyeneche envió a su segundo Domingo Tristán con un fuerte contingente en avanzada hasta Irupana.

Los patriotas se movilizaron de Chulumani hacia Irupana, produciéndose una cruenta batalla el 11 de noviembre en la localidad de Chicanoma; Tristán con una falsa maniobra logró acorralar las fuerzas patriotas, derrotándolas totalmente, alguna gente patriota pudo en huida retirarse a Chulumani.

Domingo Tristán en una terrible persecución logró capturar al capitán Antonio Castro y a Victorio García Lanza, enviando a Goyeneche las cabezas de ambos, que en sendas picas fueron clavadas, la primera en Alto Lima y la segunda en Coroico como un escarmiento.

El 25 de octubre José Manuel Goyeneche ingresó triunfalmente en la ciudad de La Paz, esa misma noche fue detenido Melchor Jiménez.

El coronel Murillo en huida se internó a Zongo, siendo aprehendido por una delación, y conducido a La Paz.

El 11 de noviembre llegó Murillo a La Paz, engrillado, arrastrando una carlanca y escoltado por un pelotón armado; el 14 se capturó a Mariano Graneros y el 17 a Manuel Cossío; hasta el 6 de enero de 1810 fue apresado el resto de los cabecillas revolucionarios.

El 26 de enero de 1810 fue pronunciada la sentencia; el mismo día se leyó la sentencia a los condenados, al día siguiente una multitud sollozante y dolorida se apostó en el trayecto hacia la Plaza de Armas, como en un Vía crucis.

El día 29, a las 8 y 30 de la mañana, fueron los condenados lívidos y demacrados, pero altivos y serenos, con excepción de Juan Antonio Figueroa, quien enloqueció con la impresión, siendo conducidos hasta el centro de la Plaza, donde se había levantado nueve horcas y un tablado para garrote.

Soldados de infantería y caballería formaban cuadros alrededor de la plaza, donde tres cañones resguardaban las bocacalles.

El primero en subir a la horca fue don Pedro Domingo Murillo, que lanzó al mundo su famosa sentencia: “La tea que dejo encendida nadie la podrá apagar”.

Loa ejecutados fueron Juan Antonio Figueroa, Melchor Jiménez, Buenaventura Bueno, Juan Basilio Catacora, Mariano Graneros, Apolinar Jaén, Gregorio García Lanza y Juan Bautista Sagárnaga.

Eterna gratitud y gloria a los Protomártires de la Independencia.

Sociedad Bolivariana de Bolivia.

TITULARES

 
Revistas

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
Decano de la Prensa Nacional
Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación Nacional de Prensa.

Dirección:

Antonio Carrasco Guzmán
Presidente del Consejo de Administración

Jorge Carrasco Guzmán
Gerente General

Consejo de Administración:

Miguel Lazo de la Vega
Jorge Romecín
Roberto Nielsen reyes
Omar Eid

Ernesto Murillo Estrada
Editor General

Rodrigo Ticona Espinoza
Jefe de Redacción

"La prensa hace luz en las tinieblas
y todo cuanto existe de progreso en el mundo
se debe a su inagotable labor"...

JOSÉ CARRASCO


Publicidad
Portada de HOY

JPG (699 Kb)      |       PDF (212 Kb)



Caricatura


Sociales

NUEVO DIRECTORIO DEL CLUB SOCIAL 16 DE JULIO

El nuevo directorio del Club Social 16 de Julio.

DAMAS DIPLOMÁTICAS EN DESFILE DE MODA

María Elena Fernández, Liza y John Creamer, Anayansi Herrera, Amanda Denny, Claudia Denny, la embajadora Martha Cecilia Pinilla, Hugo Fernández, Claudia Denny y Ann Stodberg.