Narcotráfico y destino de reservas forestales

Mientras subsistan las graves situaciones creadas con motivo de la falta de trabajo y producción en las áreas agrícolas, debido a las políticas restrictivas a la producción impuestas por el Gobierno; mientras el caso del TIPNIS no encuentre los caminos definitivos de solución; mientras haya dejadez y nomeimportismo en la administración del Estado y mientras no se tome conciencia de la realidad nacional en relación con la economía, la política y el campo social, será difícil esperar algo bueno porque el país parece que seguirá por las pendientes del atraso y la dependencia.

Entretanto, y pese a las afirmaciones oficiales, los cultivos de coca y consiguiente mayor oferta del producto al mercado y mayor aprovechamiento por parte de los productores de cocaína, los empresarios de las drogas continuarán con sus políticas letales de hacer de Bolivia una especie de “reinado de las drogas” especialmente por la incursión de elemento extranjero que, asociado con muchos conciudadanos nuestros, pretenden incrementar los cultivos y la proliferación de pozas de maceración e instalación de plantas para industrializar la coca y convertirla en droga.

Como seguramente no alcanzan las áreas en las que actualmente se cultiva coca, habrá incursiones en Reservas Forestales y sitios en los que son posibles las plantaciones tanto por las condiciones climatéricas como las posiciones geográficas que permitan el trabajo de quienes creen que cuanto más secreto haya, más producción asegurada tendrán. Las reservas forestales del país requieren de cuidados para los que debería esmerarse el Gobierno; de otro modo, se corre el riesgo de invasiones masivas a diferentes áreas agrícolas donde no se respete ni los actuales cultivos ni las plantaciones nuevas de maderas ni los bosques existentes porque esos terrenos, “aptos para la coca” serán aprovechados por los empresarios de las drogas.

Hay conciencia en el país sobre la urgencia de combatir al criminal negocio del narcotráfico; pero tal es el poder de quienes lo dirigen, que se hace difícil alcanzar éxitos porque aprovechan ellos la corrupción con que se compra conciencias y situaciones para trabajar con inmunidad e impunidad. Por otra parte, se han creado o aprovechado todos los medios de comunicación o transporte tanto para la producción de coca como para los resultados de su industrialización. Por supuesto, tienen asegurados los sistemas de comercialización puesto que cuentan con cómplices “países puente” que reciben la droga y se encargan de diseminarla por todo el mundo, donde hay ávidos consumidores que, además, están dispuestos a pagar cualquier precio con tal de contar con el producto.

Las reservas forestales y las mismas áreas agrícolas del país deben merecer especial atención tanto de la policía como de quienes son propietarios de todo ello. Por supuesto, en los Parques Nacionales -caso de Isiboro Sécure- se precisa extremar políticas que eviten incursiones extranjeras y nacionales para mayores cultivos de coca; de otro modo, corremos el serio peligro de convertirnos en un emporio de un negocio que arrienda grandes ganancias a los empresarios de las drogas a costa de la pobreza y necesidades de muchos bolivianos que caen en las garras del tenebroso mal por no encontrar fuentes de producción y riqueza que les brinde trabajo seguro.

El Gobierno, conjuntamente su partido, tendrán que examinar esta grave situación y ponerle freno al narcotráfico y su invasión cada vez mayor en la pobreza y urgencias de un pueblo que espera acciones para trabajar, producir y liberarse de dependencias que avergüenzan, lastiman y reducen posibilidades de desarrollo.