Pequeña Enciclopedia

EL RINOCERONTE TIENE RAÍCES EN LA PREHISTORIA

Pocos animales tienen ese aspecto tan impresionante como el rinoceronte. Vive en el Africa Central, en la India y otro más pequeño en la región etiópica y en las islas de la Sonda.

Mide cuatro metros de longitud por casi dos metros de alto, sin embargo, sus antepasados que aparecieron hace aproximadamente un millón de años, como el rinoceronte de Merck, era casi del tamaño de un elefante.

En ese millón de años sucedieron doce períodos glaciares, entre los cuales también hubieron períodos de clima benigno, como el que actualmente disfrutamos. Fue en los períodos de frío que los hielos llegaron a cubrir amplias zonas de la Tierra. Como es lógico, miles de especies tropicales y subtropicales del Terciario se extinguieron entre ellos el rinoce ronte de Merck.

El rinoceronte actual que logró sobrevivir a estos períodos de intenso frío, está corriendo la misma suerte que sus antecesores, pero no por causa de los fenómenos naturales, sino por la mano del hombre, temible depredador, que persigue a este animal para darle muerte y aprovechar su cuerno que supuestamente contiene propiedades medicinales (afrodisia cas).

EL “NEGRO ROSCAS”

La figura de Antonio Roscas surge con más notoriedad, durante los dramáticos días de la revolución del 16 de julio de 1809, liderado por Pedro Domingo Murillo y otros patriotas que se unieron a la causa independentista.

El negro roscas, como se lo conocía, formaba parte de la servidumbre de doña Vicenta Juaristi Eguino, una distinguida dama paceña que también luchó con gran empeño por la causa de la libertad altoperuana del dominio español.

El Negro Roscas fue el mensajero de confianza de los patriotas, junto a otros muchachos pegaban pasquines revolucionarios durante las noches oscuras en las paredes de la ciudad. Aplastada la revolución por las fuerzas realistas comandadas por el temible Goyeneche, los revolucionarios buscaron refugio en la Yungas, donde el Negro Roscas ayudó a don Victorio García Lanza a reclutar combatientes.

De retorno a La Paz en 1814, cuando intentaba visitar la casa de doña Vicenta, una “velera” que la reconoció la denunció en seguida y fue tomado preso por las autoridades españolas. Al negarse a delatar a los principales líderes de la revolu ción fue sometido a terribles torturas, y el 6 de noviembre de 1814, maniatado, con los pies quebrados, el rostro completamente desfigurado fue subido a la horca y ejecutado en la Plaza de la Ley.