Fallece Jorge Ruiz, pionero del documental y el cine sonoro boliviano

El cineasta murió ayer martes por la madrugada en la Caja de Salud de Cochabamba, ciudad donde radicaba, a causa de un fuerte resfrío. A los 88 años y con una extensa producción premiada internacionalmente en su haber, Ruiz fue el pionero y el maestro del documental boliviano.


Agencias.- “Jorge Ruiz, el pionero del cine sonoro boliviano, se acaba de ir con la sencillez con que vino al mundo, y nos deja un mundo de imágenes”, escribió Alfonso Gumucio Dagrón, crítico del séptimo arte, quien reside en México.

El director del largometraje “Mina Alaska”, entre muchas obras ya consideradas clásicas dentro del cine boliviano, era considerado como el mejor documentalista del cine boliviano. Su obra más recordada es “Vuelve Sebastiana”, que fue lograda en 1963. También filmó “La Vertiente” y varios documentales más.

UNA VIDA DEDICADA AL CINE

“Desde hace más de 50 años se me metió ese gusanito del cine y nunca más se fue”, dijo don Jorge Ruíz, en una de sus últimas visitas a La Paz. Era el año 2005 y el cine 6 de Agosto se engalanaba con el reestreno en 35 mm del documental “Vuelve Sebastiana”, elegido como una de las obras imprescindibles de la cinematografía mundial. En el acto, donde se reunieron el guionista del mediometraje, Luis Ramiro Beltrán, el sonidista, Augusto Roca y la protagonista, Sebastiana Quispe, Ruíz fue homenajeado por su larga trayectoria de más de medio siglo y un centenar de películas.

Jorge Ruiz nació en Sucre en 1924, pero creció en La Paz. Al terminar la secundaria en el colegio Alemán pasó a estudiar en la escuela de agronomía de Casilda, en Argentina. El “gusanito” del cine encontró a un joven Ruíz que en los años 40 terminaba la carrera profesional. Entonces agarró por primera vez una cámara.

En 1944 se incentiva su interés por el cine gracias a su amistad con Juan Gerardo Bechis, quien tenía una filmadora de 8 milímetros para aficionados.

En 1947, como subteniente del ejército boliviano, realizó su primer filme: “Viaje al Beni”. Un año después conoció al sonidista Augusto Roca, quien sería uno de sus compañeros de vida y con él realizó su primera película de ficción: “El látigo del Miedo”.

En 1948, Ruíz y Roca se incorporaron a la productora Bolivia Films, del norteamericano Keneth Wasson y filmaron “Virgen India”, una obra sonora de docuficción de 15 minutos, rodada en blanco y negro en formato 16 milímetros.

Al año siguiente lograron su segunda película: “Donde nació un imperio”, la primera filmada en color en Bolivia. Y en 1950 entregaron su primer filme de encargo: “Bolivia busca la Verdad”, una cinta de promoción de un censo demográfico, que incluyó la primera escena con sonido sincrónico en la historia del cine boliviano, con versiones en quechua y aymara. Un año después hicieron el documental antropológico “Los Urus”.

La década de los 50 llegaba a Bolivia con vientos de cambio. Se fraguaba ya la Revolución y el país sentía la necesidad de mirarse a sí mismo, de conocerse, de filmarse. Para entonces Ruíz, se hizo socio de Gonzalo Sánchez de Lozada en Telecine y juntos produjeron obras tan importantes como “Un poquito de diversificación económica” y “Voces de la Tierra”. Sus caminos iban a decantar después por rutas distintas: Sánchez de Lozada, por la minería y luego la política en tanto que Ruíz se inclinó siempre por el cine.

En 1952 hizo su primera incursión en el campo del largometraje argumentado. En codirección con Gonzalo Sánchez de Lozada filmó en el Beni, pero al cabo de unos meses de accidentado rodaje, esta producción tuvo que ser suspendida principalmente por falta de dinero. Luego Ruiz comenzaría a ganar rápidamente una amplia resonancia internacional en virtud de la película “Vuelve Sebastiana”.

“VUELVE SEBASTIANA”

En 1953, Ruíz filmó el mayor documental del cine boliviano: “Vuelve Sebastiana”, obra que por primera vez mostró a los chipayas con un mensaje de revalorización cultural, a partir de la historia de una niña: Sebastiana Quispe.

En Chipaya, doña Sebastiana, hoy con 68 años, dos hijos y aun siendo pastora, recordaba a don Jorge y un grupo de cineastas que la eligieron cuando tenía 10 años. “Jorge Ruíz ha llegado, diez añitos yo tenía. Me ha filmado pastando ovejas, llevando leña, sentadita, con un abuelito. A Sabaya también me llevó… todo está en la película (…) El profesor me prestó. “Esta es la mejor alumna, no tiene miedo”, ha dicho. Y a mí no me daba miedo, todo hacía”, testimonia. “Bueno era” , comenta acerca de Ruiz. “Dice que vive en Cochabamba, ¿no? De su hijo tengo su celular, a veces me llama”.

“Vuelve Sebastiana” recibió varios premios internacionales y fue elegido ícono del documental antropológico. “Vuelve Sebastiana demostraba ya una nueva visión de las relaciones sociales en Bolivia, una nueva visión sobre la necesidad de encarar con profundidad una realidad conocida epidérmicamente. Su tema tradujo con madurez una complejidad que va más allá de la especificidad del pueblo chipaya y ése es otro de sus valores importantes”, escribió Carlos Mesa.

En 1956, Ruíz fue nombrado director técnico del Instituto Cinematográfico Boliviano (ICB), que Waldo Cerruto había fundado en el primer periodo de gobierno del MNR, a cuya línea de promoción desarrollista daría continuidad. Ocupó este cargo hasta 1964 a la caída del partido.

Durante este periodo realizó una serie de documentales como “Voces de la Tierra” (1956), “Los Primeros” (1956), “La Vertiente” (1958), “Los Ximu” (1960), entre otros. “Ruiz, en nuestro criterio, acometió el cine activo al poner en sus filmaciones durante el ICB y otras relacionadas a la Revolución Nacional su inventiva, pero teniendo siempre en cuenta que “cuando se respeta ante todo la realidad, el resultado es el cine documental. Con Ruiz el país empezó a valorar las culturas nativas, de tal suerte que su documentalismo es indigenista, vale decir orientado a valorar y resaltar la relación equilibrada del hombre andino y amazónico con la naturaleza y entre sí. En cierta medida el documentalista resumió en este acápite de su obra las prescripciones de Franz Tamayo acerca de la raza indígena como telúrica y de una férrea voluntad para mantener su identidad cultural” , escribió el padre Luis Espinal en 1977.

La primera realización de Ruiz en la entidad estatal fue también su primer largometraje, “La Vertiente”, que narra la lucha de una comunidad selvática por lograr acceso al agua, entrelazada con romance entre una maestra y un cazador de caimanes. Hizo luego, siempre combinando hábilmente la ficción con realidad el filme “Los primeros”.

También alternaría el ejercicio de esa función pública con cortos contratos ocasionales con productores del exterior como la BBC de Londres, la CBS y la NBC de Estados Unidos, la Televisión Española y la televisión de la República Federal de Alemania.

En 1997, tras años de espera, finalmente Ruíz logró estrenar su largometraje “Mina Alaska”, una obra de ficción realizada en 1968. La cinta original —que iba a llamarse “Detrás de los Andes”— sufrió un accidente y se perdió en los laboratorios de Estados Unidos, en 1954. Más de una década después, parte de los negativos reaparecieron y Jorge Ruiz decidió aprovecharlos. Como el protagonista, un aventurero trotamundos de nombre Charlie Smith había desaparecido, se decidió cambiar el argumento. Y se pensó en una nieta que seguiría sus pasos por Bolivia, dando entonces origen a “Mina Alaska”.

ADIÓS AL MAESTRO

Más de siete décadas ha dedicado Jorge Ruiz al cine boliviano que hoy está de luto por su pérdida. Los restos del director que recibió galardones importantes – como el Premio Nacional de Cultura 2001, Premio Huelva 2003, Medalla Smithson 2006, entre otros- se velan en la ciudad de Cochabamba.

“Mi secreto —dijo el realizador en 2006, cuando recibió la Medalla Smithson 2006 en Washingtón— es el cariño al país y el respeto por sus culturas”.

Otro apasionado del cine, el ex presidente Carlos D. Mesa, comentó por Twitter: “Se va un grande del cine”.

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