Uno de los aspectos más importantes en el sector de telecomunicaciones es la constatarte innovación y actualización de conocimientos. Cuando estábamos en una etapa académica de formación, probablemente se mencionaba con simpleza temas como el de interconexión, servicio universal, reorganización de llamadas o espectro radioeléctrico. Hoy precisamente actualizarse es el reto de los profesionales en telecomunicaciones, rodeados de economistas y abogados.
Muchos de los conceptos mencionados se fundamentan en principios generales, mientras que otros encuentran su base de sustentación en conceptos técnicos, es el caso del espectro radioeléctrico, del que los reguladores ahora han ampliado su campo de acción, con la atribución de frecuencias, su asignación, su operación, por los desafíos de la tecnología. Es un gran desafío regular un concepto tan cambiante con la misma velocidad que tiene la mente humana. De esta manera ya no podemos hablar de los retos de la tecnología inalámbrica o sus variantes, sino del rompimiento de barreras internacionales y la globalización del espacio aéreo, que en el pasado se lo entendía como parte de la soberanía de un país.
En la mayoría de los textos de legislación sectorial que amparan la regulación de las telecomunicaciones en Latinoamérica, el problema esencial no era la reglamentación del espectro de frecuencias radioeléctricas. En un tiempo, incluyendo nuestro país, se buscó limitar la presencia de empresas estatales, lo que dio lugar a simples normativas gubernamentales, luego vinieron los procesos de privatización y capitalización, así como el fortalecimiento de organismos reguladores.
En la actualidad el tema en nuestro país es otro, ya no se trata de que los inversores privados puedan participar en el mercado sino que demuestren su subsistencia y eficiencia en un clima de apertura de mercados con otros actores del mismo, incluyendo Entel, empresa recuperada por el Estado, aunque esté mal administrada. La interacción de varias empresas en un mercado común conlleva retos para nuestro organismo regulador, que tendrá que administrar de la mejor forma posible, con muchas limitaciones de infraestructura, el espectro radioeléctrico.
Sin duda este devenir de etapas regulatorias nos arroja enseñanzas. Finalizó la etapa de privatización y se tiene una política definida en torno a la competencia. Es con este último contexto que debemos partir para identificar las tendencias de regulación del dominio público radioeléctrico.
Lo más importante, después de contar con un plan de frecuencias riguroso, es conducir la regulación con transparencia, en cuanto a las relaciones comerciales multilaterales, así como los procedimientos y trámites administrativos necesarios para la obtención de permisos, licencias y autorizaciones, sin presiones políticas gubernamentales.
Como tal el iniciar la operación de una frecuencia demanda muchas veces un periodo largo, en el cual la discreción juega un papel determinante para la asignación de la misma. Es necesario diseñar un mecanismo para garantizar la operación de varios concesionarios en una misma área territorial regional o nacional, siempre y cuando ello sea posible de acuerdo con recomendaciones internacionales.
Debemos contar con una debida gestión y planificación del espectro radioeléctrico, acogiendo principios aceptados en las diferentes recomendaciones de la UIT en la materia, así como considerando experiencias de otras naciones.
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