Frente a los muchos errores que comete el Gobierno desde el año 2006, las lógicas del buen gobierno; la administración eficiente; la gestión que busca resultados y los logra; los avances que se hacen en pos del desarrollo; las expectativas de mejores días para el país; las esperanzas de superar los males sufridos en el pasado y otros positivos y grandes resultados que se esperaría con el manejo del poder, parece que siembran dudas en el sentir y pensar de la población y se llega a la pregunta: ¿o es que las incongruencias han resultado ser un arte para gobernar?
El Gobierno, en su propio perjuicio, ha llegado a la situación en la que parece no haber entendido aún que gobernar es servir y que esto es amar y complacer las expectativas de quienes conforman el conjunto poblacional del país. Parece que no ha tomado en cuenta que tiene en sus manos un Gobierno legal, legítimo y constitucional que emergió de las urnas y que esa voluntad de quienes votaron por él no pueden ni deben menospreciarse ni defraudarse.
Vivir en democracia es entender que la libertad no es libertinaje y que los valores de la libertad implican mucho de positivo para los pueblos; que ella es sinónimo de respeto y consideración por los derechos humanos y todas las conveniencias de quienes se tiene la responsabilidad de gobernar porque el poder es amor, debe ser entrega y razón de vida de quien adquirió ese poder, especialmente cuando tiene los instrumentos legales para ello y que son la Constitución Política del Estado y las leyes.
Los pasos que ha dado hasta ahora el régimen del MAS son contrarios a sus propios anuncios, a las políticas de cambio que se proponía adoptar, a las conductas “límpidas y transparentes” que anunciaba respetar y, sobre todo, a las medidas partidistas que adoptaría para desterrar la corrupción y mostrar al pueblo una gestión transparente.
¿Dónde está todo lo anunciado? ¿O es que fue todo pura demagogia y populismo sin atisbo alguno de sinceridad y propósito de llevar todo a buen término? ¿Es que se trataba de “conquistar” el poder y no conseguirlo legalmente como lo hizo? ¿Es que en algunos de sus estratos existe la creencia de que “todo es mejor en dictadura que en pleno ejercicio de la democracia”?
Las incongruencias muestran cuán poco ha entendido el régimen sus propias convicciones, que seguramente las tenía, porque los pasos dados hasta hoy muestran peligros graves no sólo para la democracia reconquistada hace treinta años (10-X-1982) sino de las libertades que el régimen y el pueblo disfrutan.
Hay infinidad de preguntas que, con la mayor honestidad y alejado de sus incongruencias, tendría que responder el gobierno del MAS; de otro modo, corre el riesgo de ahorcarse con la misma soga que habrían tejido quienes no han entendido lo que es democracia y menos el goce de libertades.
Es tiempo para actuar de consuno con los intereses nacionales; no será bueno seguir por las rutas que hasta ahora se ha seguido. No será constructivo que se propenda a conseguir la auto-derrota que estaría muy bien para quienes no tienen noción de lo que es país y menos lo que implica el servicio al pueblo, que son convicciones que el MAS debería tener no solamente por sus principios ideológicos sino por demostrar, a quienes han confiado en el Presidente y su entorno, un manejo transparente de la cosa pública que es propiedad nacional y no de un partido político cuyo paso por el poder es circunstancial.
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