Juegos Olímpicos Plurinacionales

II

Después de convenir con mi comadre Macacha en realizar un proyecto de Juegos Olímpicos Plurinacionales que podrían compararse o tal vez superar a las Olimpiadas que se iniciaron en Londres, ella se sintió contenta y me instó a seguir elaborando nuestro modelo boliviano al considerar que nuestros atletas nada tienen que envidiar a los norteamericanos, chinos, rusos o alemanes.

La clara inteligencia de la cholita cochabambina la llevó a preguntarme si en las Olimpiadas de Barcelona llevadas a cabo en 1990 yo había intervenido en algunas pruebas de aquella competencia a la cual concurrí, desencantándola al contarle que no intervine como atleta porque mi especialidad deportiva no figuraba entre las pruebas disputadas; intrigada, me preguntó cuál era mi especialidad atlética, respondiéndole que era el “cacho”.

Disimulando su decepción, la cochalita me dijo que en nuestras Olimpiadas Plurinacionales estaría el cacho porque es una de las prácticas deportivas más populares en Bolivia y que no pueden haber unos juegos olímpicos interesantes sin una competencia de cacho que ganaríamos con seguridad los bolivianos; además de ser un deporte que requiere de inteligencia, fuerza muscular en ambos brazos y suerte en los tiros.

Anotamos al cacho entre las principales competencias, reiterando que en Bolivia es un deporte popular tanto en hombres como en mujeres.

Mi pariente espiritual me preguntó si en las Olimpiadas de Londres se realizarían pruebas de resistencia física y le dije que seguramente habría alguna maratón, preguntando “la chica de Quillacollo”: “¿bailando y chupando varios días y noches, como lo hacemos en el Gran Poder y en la Fiesta de la Virgen de Urkupiña y también en la Entrada universitaria…?”.

Le respondí que en los juegos olímpicos no se baila ni se chupa y que en nuestro proyecto de Olimpiadas Plurinacionales debe existir una prueba de resistencia bailando y chupando porque así seríamos más auténticos.

Para que el mundo no crea que los atletas bolivianos sólo funcionamos bailando y chupando en nombre de alguna advocación religiosa, la estupenda cholita nacida en Quillacollo me sugirió que en nuestras Olimpiadas Plurinacionales debería existir una prueba de resistencia física de verdad que obligara a los atletas marchistas a recorrer 600 kilómetros sin zapatos y que los atletas hagan su recorrido acompañados de sus wawachas, mujeres y ancianos sin que las autoridades deportivas ni el Gobierno nacional les dieran la mano al llegar aquéllos a la meta. ¡Esa es prueba para valientes! y no creo que nos puedan igualar los mejores corredores norteamericanos, ingleses, chinos ni rusos.

Por eso y por muchas cosas más organicemos los Juegos Olímpicos Plurinacionales. Y elijamos reina de los mismos a mi comadre cochabambina que los sugirió.