ANECDOTARIO OLÍMPICO

Las Olimpiadas tienen origen en tiempos de la antigua Grecia, adoptada después por los romanos y así sucesivamente llegó hasta nuestros días, como la trigésima edición de los Juegos Olímpicos que se está realizando en Londres.

Antiguamente estas competencias deportivas estaban acompañadas de eventos culturales, como la poesía, oratoria, etc. los cuales pese al derroche de lujo y riquezas con que eran presentadas, nunca llegaron a compararse con otros eventos realizados posteriormente.

En pocas líneas les contaremos algunas anécdotas que sucedieron en estas competiciones.

Se cuenta que había pena de muerte para la mujer que asistiera a los juegos olímpicos, porque en éstos los hombres competían completamente desnudos.

El padre de Pisidoro, un experimentado maratonista, había muerto de fatiga entrenando a su hijo para los jue gos olímpicos. Su madre, sin dudar un instante, se encargó de proseguir con la preparación del atleta.

Los juegos olímpicos llegaron y su madre para ver a su hijo correr, se disfrazó de hombre y así entró en el estadio, Pisidoro fue el vencedor de la gran maratón. La madre, entusiasmada, se arrojó a felicitar a su hijo, en el tumulto se le cayó la barba, fue detenida por los guardias luego sometida a un juicio, luego de un arduo debate, fue absuelta de morir ejecutada, porque había intervenido con gran empeño y valentía en la formación física de su hijo y por ser la madre de un gran campeón.

En el anecdotario olímpico moderno, se cuenta de Félix Carbajal, un cartero de la Habana, Cuba, que se enteró por los diarios que iba a ver olimpiada en San Luis, Estados Unidos. Renunció a su trabajo, para entrenar. Todos los días corría en derredor del capitolio de la Habana. Después de prepararse acudió a una colecta pública y reunió algo de dinero y se embarcó a Nueva Orleans en un barco de carga, llego a San Luis sin dinero alguno, allí, gracias a la colaboración de algunos atletas pudo conseguir alojamiento.

Llegó el día de la carrera y Carbajal no tenía uniforme, entonces tuvieron que recortarle las mangas del pantalón para darle aspecto de uniforme deportivo. Como no tenía dinero, el atleta cubano no había comido varios días y así en estas condiciones se presentó a la carrera de maratón de la olimpiada de San Luis de 1904.

Carbajal corrió junto a cientos de atletas, poco a poco fue ganando distancia, con el estómago vacío, entonces arrebató a un espectador un durazno y se lo comió, más allá, al pasar por un puesto de manzanas se apoderó de dos que aún estaban verdes, mientras corría se las fue comiendo, pero los efectos de las manzanas verde no se dejaron esperar, pronto sintió retortijones, pese a todo, siguió la carrera ante el aplauso de la multitud que se había apiñado en las aceras de las calles y avenidas de la ciudad, al final el atleta cubano llegó en cuarto lugar, ganando la medalla de bronce.

Posiblemente el atleta hubiera alcanzado el primer lugar en aquel evento deportivo si lo hubiera entrenado un técnico y recibido el soporte económico oportuno.