La expresión cielos abiertos, hoy usada en los actuales planteamientos de la política aérea internacional, muy especialmente en el sector iberoamericano, consiste definitivamente en una apertura en materia de servicios regulares y no regulares de pasajeros y carga (vuelo regular es aquel que dispone de un horario fijo y garantizado, que permite su elección por el usuario; vuelo no regular es el vuelo a la demanda, sujeto a itinerario y fecha preestablecidos), con eliminación del régimen de cuotas en los derechos de Quinta Libertad aplicados por los países en el transporte aéreo.
Y generalmente comprende, además de la liberación respecto al equipo a ser utilizado, la capacidad de las aeronaves, el número de frecuencias y una mayor flexibilidad en el otorgamiento de permisos de operaciones, tanto para vuelos regulares como para no regulares.
Nuevamente ha sido utilizada esta política como alternativa ante la salida y el cese de operaciones de AeroSur, que cumplía un rol protagónico en la preferencia del usuario.
Obviamente, y es aquí donde los laicos y especializados se equivocan al opinar; para que un país aplique dicha política es preciso e inderogable que tenga las condiciones necesarias de infraestructura y capacidad comercial para afrontar la competencia de las compañías extranjeras.
De ello se infiere, muy claramente, en el caso específico de Bolivia, que la aplicación de esta política sería lapidaria para los intereses de las pocas compañías nacionales que operan en Bolivia, pues el trafico cautivo, que es la riqueza fundamental del país, quedaría expuesto, y la red troncal, que es la base de los ingresos de las líneas aéreas nacionales, sufriría cuantiosa pignoración por los operadores extranjeros.
En el sector nacional resulta más fácil y aplicable a la realidad aeronáutica de nuestro país el eliminar las restricciones aeronáuticas para crear una competitividad que dará lugar a un desarrollo efectivo del transporte aéreo.
Son tan líricas algunas propuestas, que no toman en cuenta que esta política de cielos abiertos, sustentada por Estados Unidos de Norteamérica en la Conferencia de Chicago de 1944, y que cristalizó en la defensa de lo que luego se llamó la “Quinta Libertad”, no ha podido ser implementada en su totalidad por un país tan poderoso, aeronáuticamente hablando. Y es que el mismo establece restricciones a los operadores extranjeros, precisamente para proteger a sus líneas aéreas nativas, y los convenios aeronáuticos son establecidos en estricta reciprocidad, a pesar de la notable ventaja de desarrollo de EEUU.
Si se quiere incrementar el tráfico de pasajeros internacionales y que el mismo favorezca a todos los sectores involucrados: hoteleros, operadores, agencias de viaje, restaurantes, artesanos y otros, la política más adecuada es la programación de vuelos chárter al país ( el vuelo chárter opera en sujeción a fechas fijas y cumple las condiciones de grupo afín), y constituye un formidable instrumento de incremento del turismo, pues no afecta al tráfico cautivo ni a las líneas aéreas nacionales, cuya existencia hay que preservar y estimular, así como la de los operadores extranjeros que contribuyen efectivamente al engrandecimiento de la aeronáutica en Bolivia.
Nótese la diferencia cualitativa entre la política chárter que involucra a todos los sectores que engrandecen al turismo y al desarrollo económico, como base de sustentación de un Estado, y la política de cielos abiertos, que solamente facilita el ingreso en un determinado país, sin coadyuvar en forma ostensible al potenciamiento del turismo ni a su efecto multiplicador.
El autor es abogado corporativo,
postgrado en Derecho Aeronáutico.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán Consejo de Administración:
Miguel Lazo de la Vega |
Ernesto Murillo Estrada |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |