José Luis Saavedra
Actualmente, ante el evidente desgaste político del presidente Evo Morales, jaqueado por la movilización de los pueblos del TIPNIS, empieza a aparecer una serie de encuestas, como una publicada por un matutino local el 10 de junio. Entre las características más notables de esa consulta está el posicionamiento de Morales como supuesto ganador (en una ilegal e ilegítima tercera elección) y la exclusión racista de las opciones políticas emergentes de las naciones aymara-quechua. De acuerdo con Fernando Untoja, “como es costumbre, las encuestas se realizan discriminatoriamente, sólo entre los clanes familiares del sistema político”.
Aquí la pregunta es obvia, ¿por qué los ciudadanos bolivianos tendríamos que volver a elegir a Evo como presidente? Como bien conocemos y soportamos cotidianamente, las políticas públicas del gobierno del MAS son deficientes y peor aún las políticas sociales. La atención en salud es malísima, esto lo sabe y/o sufre cualquiera que vaya a las Cajas de salud; en educación, cero de descolonización; con la Ley AS-EP hemos retrocedido más de cien años y sólo doy un ejemplo, el régimen autonómico no comprende el campo educativo.
Probablemente la única política notable sea el asistencialismo social, es decir los bonos, pero sabemos que el asistencialismo no resuelve problema alguno, menos las necesidades básicas de la población; las subvenciones continúan favoreciendo a las tradicionales oligarquías; las llamadas empresas estratégicas del Estado (Lacteosbol, Cartonbol, EBA, etc.) sencillamente no funcionan, es decir no generan utilidades, operan a pérdida, ni siquiera cubren sus costos de operación, peor aún, están envueltas en preocupantes actos de corrupción (el caso Peinado es uno entre muchos otros).
En general, la inversión pública es deficitaria, además de privilegiar los gastos en represión, tanto que el Ministerio de Gobierno detenta el más alto porcentaje del presupuesto nacional. En el campo de las políticas económicas prima el trasnochado desarrollismo, así como el depredador extractivismo de recursos naturales, funcional al desarrollo del sistema capitalista.
No desconocemos el voto duro de Morales en el área rural, sobre todo en los sectores más deprimidos y empobrecidos, además de poco politizados, pero también sabemos que este voto es reclutado sobre la base del clientelismo y las prebendas: dádivas y regalos, además del tradicional autoritarismo y arbitrariedad de los caciques de turno: dirigentes sindicales.
Las encuestas también revelan de manera muy interesante que el MAS fabrica su propia oposición, tal es el caso de Rubén Costas y, ojo, Jaime Paz, funcionales a los afanes electoralistas del MAS. Costas y Paz no son ni pueden ser alternativa ante el MAS.
En relación con las candidaturas de Samuel y Juan, recordemos que éste último fue un conspicuo aliado de la autocracia y despotismo masista, no sólo en la Asamblea constituyente, sino en toda la primera gestión de Morales, que ahora quiera ser y hacer oposición es mero oportunismo, muy habitual en él. ¿Y Samuel? Es un neoliberal que hoy quiere aderezarse con tintes populistas para intentar atrapar a algunos incautos.
Supuesta la decadencia gubernativa de la izquierda indigenista (MAS) y la derecha neoliberal (MSM y UN), cuya diferenciación teórico-doctrinaria no tiene importancia alguna, ambas nacen y responden a la misma matriz: moderno-colonial y blanco-mestiza. ¿Cuál es la opción política para los kolla tanto en los Andes como en el oriente? Ciertamente es poner en movimiento el Katarismo, con pensamiento nacional y visión política abierta al mundo.
En un escenario serio, con reglas claras -esto lo sabe muy bien el mundo kolla- los candidatos kataristas, cuyo peso específico es por demás evidente en la política nacional, como Víctor Hugo Cárdenas, Fernando Untoja y Felipe Quispe, serían rivales que pondrían en serios problemas a los candidatos del indigenismo masista y los partidos tradicionales. ¿Y cuál es o debe ser la propuesta programática?, una economía abierta al mundo, una democracia real con separación de poderes y un impulso efectivo de la potencia económica y financiera de los qamiris.
Por ahora, hay que esperar que los kataristas se decidan por y para esa contienda difícil, pero no imposible. ¡Jallalla!
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