El ojo aymara en Siria

Cuando el poder se convierte en propiedad privada, sólo la rebelión del pueblo puede acabar con esa “raza” de superhombres. Estos regímenes hereditarios desde el poder liquidan el estatus de ciudadano, entonces tratan a hombres y mujeres como vasallos; éstos soportan desde el desprecio hasta la masacre. Para estos sanguinarios no hay Ley nacional ni internacional. Bachar al-Assad es el dictador convertido hoy en carnicero.

La de Siria es una guerra que dura más de 16 meses y devora miles de hombres, mujeres y niños; el mundo quiere una salida, pero se espera más caos; pues a los ojos occidentales, de las potencias, y de los jerarcas de las ONU, la muerte de los sirios no les conmueve ni un instante. Las idas y venidas de los personeros de la ONU a Damasco son puro formalismo, pues ellos saben muy bien lo que se está jugando en esta guerra.

Sin ser especialistas del Medio Oriente, queremos en esta ocasión intentar conjeturar la instauración de un nuevo escenario internacional. Este conflicto si bien parece centrarse en Siria como el punto donde se encuentran los rivales o las potencias, trasciende a otros países, afectando regionalmente y de manera muy importante. Por eso no se lo debe subestimar. Mientras la Liga Árabe, los países occidentales, organizaciones regionales y la ONU hipócritamente se ocupan de Siria, otros en nombre del antiimperialismo en América del Sur parecen deleitarse con la muerte de miles de civiles, en connivencia con Rusia y China. Si la ONU no tiene peso para dar salida a este conflicto, la pregunta legítima es: ¿esta institución está a la altura de los eventos contemporáneos? ¿O simplemente es una vieja institución inadaptada al nuevo escenario de las rivalidades?

Siria en los 16 meses de conflicto se ha convertido en el punto de ruptura política, ideológica y estratégica entre las potencias occidentales, China y Rusia. El nuevo escenario político mundial ya no parece depender de instituciones sino de las potencias y la rivalidad entre éstas para decidir. Recordemos lo que pasó en Libia, donde la resolución redactada voluntariamente de manera ambigua no ha sido más que un principio para provocar la caída del régimen de Muamar Khadafi; al inicio no se trataba de poner en vigencia la zona de exclusión aérea. Y uno de los rivales tuvo que jugar militarmente.

Ahora frente a Siria dos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU parecen tener desconfianza sobre esta institución. Además para evitar un desequilibrio geoestratégico en la región, Rusia ayuda al régimen de Siria y así evitar el aislamiento cada vez más importante de Irán. Entonces ahora se puede comprender que los rivales ponen en juego sus intereses y la ONU no es más que el espacio de encuentro donde se sonríe y hasta se goza del drama humano. ¿Cuántos muertos más necesita la ONU para que la paz llegue a Siria?

La nueva realidad es un mundo de posicionamiento de las potencias, producción de un nuevo escenario donde los rivales se enfrenten y configuren nuevas instituciones internacionales. Por eso el organismo supranacional, como la ONU, incluso con poderes de decisión y de acción otorgados por los Estados miembros, se ve obligado a tomar en cuenta la realpolitik. Las muertes civiles en Siria chocan a la opinión mundial, es un hecho irrefragable.

Entonces, ¿es falla de la ONU? No forzosamente, sino es la responsabilidad de aquellos que ponen su veto y también de aquellos que proponen sanciones sabiendo que éstas no serán eficaces; entonces los responsables son las potencias que jugando a los buenos se refugian detrás de posturas fáciles para complacer a su opinión pública. En este conflicto es la lucha de rivales y entre potencias que ha suplantado a la ONU. Ahora les toca a ellas obrar para terminar con la guerra. Pero el juego entre rivales y sus disensiones expresadas entre occidentales, Rusia y China no dejan presagiar una salida rápida y segura para el pueblo sirio

De ambos lados, como en los tiempos de la Guerra Fría, cada potencia avanza su peón, se sirven cínicamente como presa de un país que está en guerra civil para afirmar su influencia. Esta guerra también es una zona de contacto, donde el comercio de armas beneficia a Occidente: provisión de armas y material de comunicación a las fuerzas opositoras al régimen, mientras que Rusia y China hacen lo propio prestando apoyo logístico y técnico al ejército Sirio.

Entonces los rivales han convertido a Siria en un mercado de armas; poco importa cuantos mueran, lo que importa es la afirmación y el peso que pueden tener de ahora para adelante las potencias. ¿La ONU es cómplice de este gran negocio y de este genocidio? ¿Por qué Kofi Annan no ha mostrado que los mecanismos de la ONU no estaban adaptados para el caso Sirio? Si esa es la realidad, entonces es inevitable la constitución de nuevas instituciones válidas y adecuadas para nuestros tiempos. Está demostrado que la ONU tiene una labor casi nula en este conflicto. Frente a cada veto ruso o chino muestra su incapacidad para actuar y adaptarse al contexto internacional. Estamos en vísperas del surgimiento del concepto de potencia Estatal y Diplomática.