Fabiola López Uriarte
Durante las últimas semanas en nuestro territorio nacional las mujeres han sido protagonistas de diversas formas de protestas sociales y políticas, por un lado esposas de policías, quienes desencadenaron con sus presiones cambios, si no radicales en sus demandas, pero sí movieron el piso del actual Gobierno, por otro lado hemos contado con la presencia de mujeres indígenas, quienes bajo diversas condiciones, físicas ambientales y humanas, llegaron a la sede del Gobierno trayendo consigo a sus hijos niños, algunos de los cuales fueron víctimas de la travesía, enfermándose gravemente y, en el peor de los casos, una bebé perdió la vida.
Son dos caras de una misma moneda, mujeres bolivianas pero con diferentes demandas, en común con una visión desorientada por parte de las protagonistas, quienes por el solo olfato de cooperación se aventuraron en una caminata liderada por figuras, desde luego, varoniles, que han planificado muy bien todo el escenario de comienzo a fin en el caso de la IX Marcha en Defensa del Parque Nacional Isiboro Sécure.
Me he preguntado desde siempre cómo sería el devenir de nuestro país si las mujeres empezaran a pensar por sí mismas, si fueran ellas las verdaderas artífices de sus propias demandas, Bolivia cambiaría y ellas no se encontrarían en la cuerda floja entre el dictamen de un líder X y otro, de paso hombre.
En el caso, por ejemplo, del conflicto policial me pregunto: ¿por qué las mujeres policías omitieron su voz y sólo reprodujeron el discurso oficial o contrario? ¿Por qué en los altos mandos de la Policía boliviana no existen hasta el momento mujeres? Y la misma pregunta la traslado a los marchistas del TIPNIS: ¿Por qué la mujer que los representa es sólo la diestra del dirigente principal? Se ha podido evidenciar que no existen las mismas oportunidades para acceder, planificar y dar a conocer sus ideas en los diversos rangos jerárquicos en la institución policial, donde debería reinar la lucha contra tantos males que carcomen nuestra idiosincrasia, entre ellas la corrupción.
Por otra parte, ¿por qué tenían que recordarnos a todos que las mujeres indígenas tan sólo responden a su rol reproductivo al marchar acompañadas de sus hijos poniendo en peligro sus vidas y legitimando un sistema patriarcal, reduciéndolas simplemente a actividades de preparación de alimentos y cuidados infantiles?
Es importante señalar que en el caso de las organizaciones campesinas no se promueve la participación de la mujer como debería ser, informándoles, dotándoles de recursos técnicos y capacitándolas por igual, no sólo en la formación política sino también en la solución de conflictos, además, dentro de estas organizaciones se debe potenciar aptitudes con enfoque de género.
No obstante, encuentro en estas mujeres en general una fuerza más que sobrenatural, una energía dormida que en determinados momentos despierta y existe indudablemente, pero ¿será justo gastar estas fuerzas en proyectos dictados por líderes ajenos a la auténtica riqueza de feminidad que ha sido utilizada con intereses políticos?
Estos conflictos y hechos penosos nos demuestran que todavía no existe un Gobierno que pueda crear políticas en beneficio de la situación de las mujeres en Bolivia, el más grande defecto en nuestra realidad nacional es la subordinación de la mujer al hombre en todos los ámbitos.
Para colmo de males, tenemos que llegar a una conclusión, es que también ningún Gobierno responde con el tiempo a sus propios fines propagandísticos que se difunden en cada elección general, tal es el caso de la supuesta protección del medio ambiente.
Pero el interés en esta reflexión no se centra en este tema que es de dominio público sino más bien el referido al papel de la mujer y no la pérdida del horizonte político por parte del MAS.
Todavía el debate político continúa, pero no hay mal que por bien no venga, estos hechos ponen en tela de juicio una problemática social soslayada inclusive por figuras femeninas que se encuentran en el mapa político gubernamental nacional.
Pero qué cambios reales y cualitativos encontramos en la actualidad para la mujer boliviana en general. ¿Realmente nos sentimos representadas idóneamente por el Estado? ¿Dónde quedó el ex Viceministerio del Asuntos de Género? ¿Qué cambios en la currícula educativa primaria favorecen la erradicación del machismo nacional?
En fin, son muchas las interrogantes que se las dejo en consideración y que en otro artículo iremos abordando.
La autora es comunicadora social y escritora.
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