Según noticias de fuentes oficiales, Bolivia está aumentando la producción de cocaína y ha llegado al puesto de segundo productor de esa droga a nivel continental. Bolivia y Perú son los principales proveedores de la droga en Sudamérica tanto para países vecinos como para Europa, Asia y Estados Unidos.
Esa alarmante información fue primero anunciada por el Encargado de Negocios de Estados Unidos en Bolivia, quien declaró: “La paradoja es que (en Bolivia) hay menos cocales, pero hay más cocaína”. Acto seguido, se reveló un informe del zar antidrogas del Gobierno norteamericano que afirmó que Bolivia está produciendo 265 toneladas de cocaína al año, producción que le permite ocupar el segundo lugar en América Latina, correspondiendo el primer lugar al Perú, que produce 325 toneladas de la droga blanca.
La noticia de que Bolivia ha pasado a ocupar el segundo puesto en la carrera de la producción de cocaína, derivada de la hoja de coca, muestra que los fabricantes de la droga también han aumentado y, al mismo tiempo, el producto se exporta a países vecinos, como prueba el hecho de que casi a diario los medios de comunicación de Chile, Brasil, Paraguay y Argentina hacen saber que detienen a numerosos traficantes que tratan de llegar a los centros de consumo.
Por otro lado, pese a que el Encargado de Negocios de EEUU sostiene que se está reduciendo la cantidad de áreas cultivadas con la hoja (bendita para unos y maldita para otros), en realidad pareciera que el cultivo de esa planta está aumentando, como revelan informes de los Yungas de La Paz y el Chapare, donde las plantaciones del vegetal siguen creciendo a costa de la erradicación de frutales, cafetales, cultivos de papa, yuca y otros alimentos e inclusive la destrucción de campos de ganadería.
El aumento de la producción de coca se basa en que la cotización de la hoja ha seguido una tendencia alcista debido al crecimiento del consumo y a que inclusive algunos campesinos se habrían dedicado a producir pasta de cocaína. Así mismo, para que se mantenga ese tendencia en la subida del precio de la hoja, los indígenas sostienen que tienen la seguridad de que el consumo aumentará más, pues se autorizará el masticado de coca, se facilitará su uso industrial, los cocaleros dispondrán de campos nuevos para la agricultura del vegetal y, finalmente, porque esperan la apertura de nuevos mercados de consumo, todo lo cual haría que los actuales cocales sean insuficientes.
También fomenta el cultivo de coca el hecho de que las autoridades norteamericanas hayan informado que “siempre hemos reconocido que el acullico es una costumbre milenaria en Bolivia”, aunque con la salvedad de que no apoyarán a nuestro país en la Convención de la ONU en Viena, que se realizará a fines de año.
La información complementaria acerca de la cocaína revela también que el consumo de la droga en Estados Unidos se ha reducido en 39 por ciento y que las muertes por consumo han bajado en 41 por ciento, lo cual permite considerar que la cocaína ya no tiene tanto mercado de consumo de ese país y que, más bien, está encontrando consumidores en otras latitudes.
El diplomático norteamericano proporcionó un dato significativo, que consiste en que confía en la iniciativa de la “nacionalización de la lucha antidrogas del Gobierno boliviano” a partir de la expulsión del país de la DEA. Así mismo, considera que la comisión Mixta Binacional y una mayor erradicación de plantaciones de coca tendrán resultados positivos, aunque están aumentando los almácigos de la planta y se ha introducido en el país técnicas colombianas para obtener mayor productividad por hectárea.
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