El “indio” Peláez

Gerardo Peláez fue, a juicio de muchos, el mejor defensor que tuvo The Strongest en toda su historia. En sus años de futbolista fue un emblema en la defensa del equipo atigrado y, además, tenía el cintillo de capitán en el brazo, porque nadie llegaba a su talla. Sus órdenes las daba en aymará, por eso el apodo de “indio”, que a él le gustaba.

La Guerra del Chaco le había privado de la oportunidad de seguir sus estudios secundarios y eligió la profesión de zapatero remendón. Un día apareció en la puerta de mi casa con un paquete en manos para que lo entregara a mi padre en mano propia con el siguiente recado. “Le dices que trajo los zapatos el ‘indio’ Peláez”. Me quedé estupefacto y le seguí largamente con la mirada para ver dónde estaba la pluma del tal “indio”, que entonces era el concepto que teníamos los niños de los llamados indios, gracias a las revistas de la época.

Años después entendí que don Gerardo Peláez se sentía orgulloso cuando le decían “indio”, mientras ese mismo apodo en el colegio donde estudiaba era el mayor insulto posible, sólo remediable con un sonoro sopapo.

Hoy, gracias al mundo politizado, estamos empeñados en debatir el tema mestizo como si estuviera en la palestra el asunto racial, olvidando que es un simple concepto étnico.

Los que piensan aún que hay una mezcla de razas y olvidan las combinaciones genéticas que la ciencia nos presenta hoy retroceden en la discusión varias décadas, empeñados en retomar viejos conceptos que relegaban a unos detrás de otros, por el simple color de la piel o el apellido.

El término mestizo fue acuñado por el imperio español en el Siglo XVI, para clasificar a una de las “cruzas” o “castas” que hacían parte de la estratificación social de tipo racista impuesta en sus colonias en América: la del hijo de un padre o madre de raza “blanca” y una madre o padre de raza “amerindia”.

El mestizo adquirió una categoría social depauperada tras las expresiones de libros tales como “Sangre de mestizos”, en el que muestra las debilidades como persona que tiene éste al enfrentarse a la Guerra del Chaco, donde se muestra su indiferencia y la poca preparación que tiene como persona para enfrentar la misma.

No es un mestizo que decide entregar su vida por completo y entiende la realidad social por la cual su país esta atravesando en ese momento, mas, al contrario, es un mestizo indiferente a su misma realidad y en lo posible trata de huir de esta guerra para salvar su propia vida.

Este concepto fue adquiriendo otras connotaciones con el paso del tiempo, tales que muchos prefieren hoy ser llamados mestizos que con otras denominaciones, por ello, cuando el hombre con la boleta de censo toque la puerta de un domicilio y le pregunte: “¿Se considera perteneciente a alguna nación, pueblo indígena originario campesino o afroboliviano?”, la respuesta podría ser: y cuánto afecta ser aymara, mestizo o piel roja...

El autor es editor general.