En estos días recordamos un año más de la creación de la República de Bolivia, que nació el 6 de Agosto de 1825 en la ciudad de La Plata o Charcas con el nombre de República de Bolívar, en homenaje al extraordinario político, militar y filósofo que comandó los ejércitos patriotas para sacudir de las cadenas del colonialismo a los pueblos sudamericanos que luego constituyeron cinco repúblicas independientes.
Consolidada la victoria sobre los ejércitos españoles en Ayacucho, el general Bolívar envió a su más estimado camarada de armas, el Mariscal Antonio José de Sucre, con el encargo de consolidar la victoria independentista en el Alto Perú, y también solucionar su situación nacional. El Alto Perú había sido parte del virreinato del Perú y del de La Plata, y en consecuencia una definición de su “status” resultaba complicado.
Sucre concibió la idea de consultar al mismo pueblo sobre su destino, y en el Desaguadero cuando iba camino a La Paz, fue recibido por el gran guerrillero José Miguel García Lanza y el acomodaticio Casimiro Olañeta, que coincidían en la creación de una República independiente de Lima y Buenos Aires. Sucre ya en La Paz emitió el decreto de 2 de febrero que disponía la reunión de los representantes del pueblo para decidir sobre su futuro. Además comenzó su labor de organizar el nuevo Estado, haciendo nombramientos en las cinco provincias, regiones e intendencias que hacían la ex Audiencia de Charcas.
Si bien es cierto que Bolívar quería que se establecieran dos grandes Estados, la Gran Colombia y el Gran Perú, cedió ante la propuesta de Sucre como una medida de paz y equilibrio entre Lima y Buenos Aires y para ello consiguió la aprobación del Congreso peruano y Cornelio Saavedra del de Buenos Aires para respetar la decisión del pueblo altoperuano -luego boliviano- de ser una República independiente, no sólo de la colonia hispana, sino de toda otra potencia.
La vida de la nueva República, pese a sus primeras dificultades políticas por las ambiciones de los aspirantes al caudillismo, encontró apoyo en el Mariscal Santa Cruz, que fue recomendado por Bolívar para gobernar Bolivia, pues el Libertador tenía un concepto elevado de este militar mestizo, por sus dotes de administrador. Santa Cruz fue el gran organizador de la República que, como nunca antes y después, llegó a ser un Estado referencia en el continente y para el mundo. Pero la perfidia chilena, elucubrada por Portales, Bello y Egaña, echó por tierra la Confederación Perú – Boliviana y la posibilidad de un gran Estado Andino Amazónico que sería el equilibrio con el Brasil.
Bolívar también fue autor de la primera Constitución Política del Estado, aprobada en 1826 con un par de modificaciones, y cuyo espíritu democrático, liberal y de garantías y derechos ciudadanos, pervivió en todas las constituciones bolivianas, hasta la actual del Estado Plurinacional, que contiene ingredientes ideológicos indigenistas, socialistas, liberales, nacionalistas, etc., un “sancocho”, como lo definió algún estudioso.
Pero lo fundamental del aporte de Bolívar a Bolivia como nación fue el ideario “democrático”, pues el Libertador estaba convencido y así lo expresó, del gran espíritu de libertad de los altoperuanos que lucharon denodadamente 15 años por su libertad e independencia. Por eso en sus cartas sobre la Constitución que redactaba hizo mención al gran amor a la libertad del pueblo boliviano. Y le daría una Constitución, “la más liberal”, donde el concepto de “libertad” está impreso en todo el texto constitucional, y el espíritu de la ley en la norma superior elaborada por Bolívar es, sin duda, el de la “libertad en la ley”.
En nuestra historia patria han sido muchos los gobernantes que instauraron regímenes autoritarios y de limitación a las libertades ciudadanas, al contrario del espíritu “bolivariano” que se impregnó desde su Constitución y que pervive en la conciencia de los bolivianos, la libertad por sobre todo.
El mismo Bolívar exclamó: “Más me cuesta mantener el equilibrio de la libertad, que soportar el peso de la tiranía”.
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