El Diario y Agencias.- Ciudadanos de Latinoamérica observan alarmados las noticias de constantes balaceras que ocurren en EEUU y contrastan con su realidad dentro de sus países en los cuales es muy difícil obtener un arma de forma legal para su defensa, esto es reservado solamente para efectivos uniformados, sin embargo la Constitución estadounidense permite portar armas a sus habitantes, pero el mal uso de éstas es un problema de difícil solución.
A continuación Genaro Lozano emite un artículo de opinión que se publicó en CNNMéxico.
En algunos estados de Estados Unidos es prácticamente imposible comprar un queso francés elaborado con leche bronca, pero es legal e incluso sencillo comprar un rifle de asalto AR-15, como el que utilizó recientemente el presunto atacante en el cine de Aurora, Colorado, durante la premier de la nueva película de Batman: The Dark Knight Rises.
Los hechos violentos en Aurora se suman a los del tiroteo en Tucson, Arizona, en 2011, cuando la representante Gabrielle Giffords resultó gravemente herida y además murieron 6 personas, o al tiroteo en la Universidad de Virginia Tech, en 2007, en el que murieron 32 personas.
Pese a todo, son pocas las voces que promueven reglas más estrictas para la compra-venta y mantención de armas de fuego.
Por el contrario, Estados Unidos es un país que ama sus armas y que prácticamente nació como país independiente defendiendo el derecho de sus habitantes a tener y portar armas para la autodefensa y para formar milicias que defendieran el territorio independiente ante cualquier agresión por parte de los británicos.
La casi “sacrosanta” Segunda Enmienda constitucional, de 1791, es precisamente donde se encuentra resguardado ese derecho a tener y portar armas.
Desde entonces, se han registrado escasos intentos por regular más estrictamente la compra-venta y la portación de armas. Los magnicidios políticos de la década de 1960: el del presidente John F. Kennedy en 1963, el del activista Martin Luther King Jr., en 1968 y el del procurador de Justicia y precandidato presidencial Robert Kennedy en ese mismo año, iniciaron una discusión sobre la regulación de armas de fuego, y como resultado, algunos estados empezaron a expedir licencias de portación de armas con requisitos más duros.
Sin embargo, no fue sino hasta la década de 1990, con el arribo a la Casa Blanca de Bill Clinton, cuando se dio un paso que para muchos fue inadmisible: un Presidente y un Congreso demócrata trabajaron una ley en conjunto que vetaría la venta de armas de asalto semiautomáticas, como la usada en la matanza de Aurora. El resultado fue que el Congreso aprobaría dicha ley en septiembre de 1994 por una vigencia de 10 años. Creo que esto, en parte, contribuyó a que en las elecciones legislativas de noviembre de ese año, los republicanos retomaran el control de la Cámara de Representantes.
Políticamente nadie quiere hablar del control de armas. Este tema, me parece, no goza de la simpatía del electorado más que en los núcleos urbanos, y tampoco en Nueva York o en San Francisco se organizan marchas masivas para exigir leyes más estrictas en la materia.
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