[Mario Alfonso Ibañez]

Honrar a Bolivia es renunciar a subalternos intereses


Cuando pasiones subalternas ponen en peligro la integridad de la Patria, cuando algunos ciudadanos persisten en hacer de ella un laboratorio de postulados superados por la dialéctica de la historia, dejando de lado el destino superior de la Patria y de su pueblo, no podemos menos que reclamarles a éstos su obligación de responder con responsabilidad e inteligencia al desafío de disminuir el atraso, la miseria y la pobreza de un país que exige su transformación por la vía de la paz, el trabajo y la concertación, por encima del fanatismo ideológico y la mixtificación.

Nuestra condición de esclavos y pobres en la época colonial casi no ha cambiado en décadas de existencia republicana, porque en nombre de la Patria caudillos bárbaros, dictadores militares y civilistas, ineptos en su conjunto, pero audaces para hacer fácil uso del poder mañosamente adquirido, frustraron el sueño de quienes lucharon por nuestra independencia y derechos sociales.

Bolivia tiene riquezas mineras, llanos y valles fecundos, toda una gama de recursos naturales, pero lamentablemente no ha tenido administradores inteligentes y creativos que pudieran dar valor agregado a esa riqueza, para provecho del pueblo.

Frente a esa situación, a 187 años de existencia de Bolivia, no tenemos otra opción que reclamar a los fabricantes de sofismas y promesas incumplidas un cambio de mentalidad y conducta para que de ahora en adelante mediten y renuncien a sus requiebros ideológicos, a fin de que el extractavismo colonial no siga siendo la fuente de los ingresos fiscales, para que el salario magro no mate al trabajador, a la mujer, al niño y al joven.

A esta altura de nuestra historia, evidentemente necesitamos cambio, pero no de etiquetas, no con engaños, falsedades e ilusiones mientras la Patria y su pueblo siguen prisioneros de la pobreza, castigados por la división y los enfrentamientos cotidianos. Buscamos un cambio para que Bolivia ya no sea empujada por la pendiente del infortunio, solamente con discursos de plazuela en busca de obligados aplausos.

Necesitamos soluciones prácticas para nuestras quemantes realidades, por encima de egoísmos sectarios, enfrentamientos entre regiones, fractura de la unidad entre pueblos indígenas, diferencias entre empresarios y trabajadores, todo por satisfacer las fantasías ideológicas de gobernantes, olvidando que el uso del poder es transitorio, “que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, según este dicho popular.

¿No pueden los actuales gobernantes dejar de lado la improvisación, el interés subalterno, ejecutando políticas públicas para mejorar la macroeconomía ligada íntimamente a la “economía de bolsillo” de un pueblo que enfrenta el elevado costo de la canasta familiar con bajos salarios o desempleo? ¿No pueden elaborar planes y programas imaginativos para luchar contra el narcotráfico, el aumento de cultivos de coca, frenar el contrabando que castiga a la industria nacional y al comercio legalmente establecido, dando lugar a la falta de empleo que genera pobreza, alcoholismo, prostitución, drogadicción y delincuencia?

¿Quiénes frenan en esferas de gobierno actitudes para evitar el enfrentamiento y la división entre bolivianos?, ¿o es que sólo interesa a los cultivadores de odio potenciarse económicamente a través de discursos incendiarios? ¿Por qué la oposición solamente critica y no propone salidas a la crisis económica y social para revertir el pasado ominoso y el presente de incertidumbre, en busca de un mañana mejor para la Patria y su pueblo?

En esta hora de definición de un destino mejor para Bolivia propugnamos la “revolución desde la periferia al centro”, para erradicar la miseria de los hermanos campesinos, hasta lograr plenamente la mecanización del agro y que los bolivianos de las áreas rurales tanto del altiplano como de los valles y los llanos se transformen en empresarios agrícolas y pecuarios, en busca de mejores condiciones de vida e ingresos económicos que satisfagan sus necesidades.

Que se aplique la tesis del “cambio con crecimiento” partiendo de una alianza entre Gobierno, trabajadores y empresarios progresistas para buscar la recuperación de las estructuras productivas que permitan masivas fuentes de empleo, salarios destinados a lograr mejores condiciones de vida, es decir un país esencialmente productivo y exportador, con altas tasas de ahorro e inversión. Necesitamos un país donde todos nos sintamos seguros, con capacidad de ser solidarios, tolerantes y forjadores de una democracia con libertad de pensamiento y expresión.

Queremos una Bolivia donde el atraso y la pobreza no sigan siendo los forzados invitados de los hogares bolivianos y para eso demandamos que nuestros gobernantes corrijan el actual error histórico y den un paso atrás para dar dos adelante buscando concertación nacional, diálogo y no imposición de intereses con soberbia. Queremos una Patria económicamente fuerte, socialmente justa y políticamente soberana en el marco de los derechos y las libertades democráticas sin discriminación alguna.

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